Un fascistoide en el país de Gandhi - Semanario Brecha
Narendra Modi

Un fascistoide en el país de Gandhi

En las pasadas elecciones indias la victoria del Bharatiya Janata Party (BJP), la formación de los nacionalistas hindúes, fue sin precedentes. En un parlamento de 543 escaños se quedó con 282, y con sus aliados llega a 336. Desde 1984, cuando el Partido del Congreso del clan Gandhi obtuvo casi el 80 por ciento de los votos, nadie había llegado tan alto. En las tres últimas décadas hubo en India gobiernos de coalición.

La victoria es más personal (del futuro primer ministro Narendra Modi) que del partido. Modi hizo campaña en su nombre, por medio de gigantescos afiches con su foto, sin referencia alguna al BJP. Fue capaz de proyectar una imagen de hombre honesto, dinámico, business friendly, responsable del “desarrollo” de Gujarat, el estado del que es gobernador desde 2001. El político llevó a cabo una campaña “a la americana”, cara, apoyada por el empresariado, tanto el grande como el pequeño, y por los grandes medios de comunicación.

Nada afectó la imagen de Modi. Ni siquiera la agitación de su pasado político como integrante del Rashtriya Swayam Seva (rss), un movimiento hinduísta fascistizante responsable del asesinato de Mahatma Gandhi en 1948, ni del pogromo antimusulmán organizado en su estado en 2002 y que causó la muerte de 2 mil personas.

Numerosos analistas señalan que permanecerán vigilantes para tratar de impedir que Modi eche leña al fuego de las tensiones intercomunitarias, poco propicias a generar un “clima de desarrollo”. Otros dicen que es “saludable” que las comunidades no hindúes del país sepan “cuál es su verdadero lugar en la India y a qué atenerse de ahora en adelante”.

En Gujarat el desarrollo económico no tuvo un correlato en lo social, sobre todo en materia de acceso a la salud y a la educación. Modi supo de todas maneras movilizar a los sectores desfavorecidos, levantando su condición de hombre proveniente de las “bajas castas” –es parte de la categoría administrativa de las other backward clases (obc), otras clases atrasadas.

El fuerte rechazo al anterior gobierno de Manmohan Singh, sepultado por casos de corrupción e incapaz de controlar la inflación y retomar el camino del crecimiento, así como la mala campaña electoral del Partido del Congreso, liderado por un políticamente inexperiente Rahul Gandhi, también contribuyeron al triunfo de Modi.

¿El poder está ahora en manos de una versión india del fascismo? El proyecto identitario de la hindutva (“hinduidad”), ¿chocará con el pluralismo de la sociedad india?

El amplio margen de su victoria le deja a Modi las manos libres para gobernar sin preo­cuparse por lo que diga su propio partido, que por lo demás, sólo sacó a relucir su programa el mismo día de las elecciones, dejando entrever hasta qué punto confiaba en el carisma de su líder para obtener la victoria. Si bien este programa no hace referencia alguna a la “hinduidad”, minorías como la musulmana (14 por ciento de la población) y todos los indios respetuosos de la tradición secular reciente del país están muy preocupados. Nada indica por ahora que se desatará una fiebre nacionalista en India. El nuevo gobierno apuesta ante todo a relanzar la economía, y para ello cuenta con aplicar las mismas recetas que el ultraliberal Modi puso en práctica en Gujarat: reducción al mínimo de los programas sociales, desmantelamiento de los derechos laborales, apoyo absoluto a los empresarios. Apenas se conoció el triunfo de Modi la bolsa india se disparó y la rupia se valorizó frente al dólar. n

*     Enviado especial de Le Monde Diplomatique de París a Nueva Delhi. Traducción del francés: D G. Brecha reproduce fragmentos de esta nota.

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