En documento aprobado por el Consejo de Banca Privada de Aebu, el sindicato de los trabajadores bancarios, dado a conocer el miércoles por la tarde, tiene por lo menos dos singularidades: una, que su difusión se realizó en la prensa escrita mediante aviso publicitario, es decir, pago; y la segunda, que esa inversión monetaria tiene por objeto descalificar y agraviar a un periodista. No todos los días se registra una reacción de ese tipo, aun cuando proliferan los ataques a los periodistas.
El aviso publicitario llegó a Brecha, como a otros matutinos de la capital. Brecha resolvió rechazarlo y en su lugar difundir el texto, gratuitamente, como “Recibimos y publicamos”, como si hubiera sido un pedido de derecho de respuesta al que siempre este semanario accedió, independientemente de las características del contenido.
No tengo más remedio que hablar en primera persona, porque el título del aviso es: “Sobre el artículo de Samuel Blixen ‘El desguace’, en Brecha, 18-VIII-17. Con total falta de conocimiento y de conciencia”. Puesto que los lectores de Brecha quizás no tengan presente el artículo –y menos aun los lectores de los diarios donde apareció el aviso–, Brecha resolvió “abrir” ese artículo en su edición web,1 que estaba reservado para los suscriptores, y cuya lectura estuvo sin restricciones para los lectores de la edición papel; también se publican los documentos oficiales que respalda la información difundida.
Sintéticamente: el informe de Brecha registraba licitaciones y contrataciones que impulsaron la tercerización de servicios esenciales del Banco República; el papel que en ese proceso de privatización encubierta juega una sociedad anónima del banco, República Microfinanzas; la precarización de salarios de personas contratadas por tareas que antes eran realizadas por funcionarios del banco; el papel que juega la tercerización en la reducción del personal bancario; el traspaso de información vital –en su mayoría amparada por el secreto bancario– a empresas privadas, a consultoras e incluso a becarios contratados por Microfinanzas; el cuantioso trasiego de dinero desde el Brou a Microfinanzas a lo largo de los años, pese a lo cual su gestión ofrece saldos en rojo, aun teniendo sólo 160 trabajadores estables y un ejército de “azafatas” y auxiliares contratados con salarios sumergidos.
Nada de esto es materia de análisis o desmentido en el documento pago de Banca Privada de Aebu. No se desmiente que Microfinanzas recibe aportes del Brou para contratar trabajo a 540 pesos la hora y que paga a los contratados 130 pesos nominales. No se desmiente que Microfinanzas otorga préstamos a sola firma a intereses anuales que llegan a duplicar los que el Brou aplica a sus préstamos sociales. No se desmiente que se paga a Abitab y Red Pagos más de un millón de dólares mensuales en calidad de comisiones por depósitos y retiros que antes realizaban los empleados de las cajas que se van suprimiendo sistemáticamente, lo que repercute en la atención de la población. No alude a la profusa documentación que se brindó a los lectores junto con el artículo, y me consta que, en tanto no se refuta esa documentación, se hicieron esfuerzos por identificar a la “peor fuente”, es decir, compañeros de trabajo y militancia de los dirigentes de Banca Privada que pertenecen al otro gran sector de Aebu, hoy en conflicto.
Ese sector de la dirigencia sindical bancaria sólo se limita a decir que Blixen exhibe “miopía, torpeza, mala fe, peores fuentes y baja tensión lumínica” (sea lo que sea que esto último quiera decir). No fundamenta la diatriba y me acusa de falta de conocimiento y de conciencia. El documento, por cierto, atribuye “conciencia de clase” a los dirigentes que impulsaron la publicación paga del documento, pero no advierto esa conciencia de clase en la defensa de una política que estimula el trabajo con remuneraciones sumergidas.
Me llama la atención que esta iniciativa de defender las “bondades” de Microfinanzas mediante un ataque pago a un periodista surgiera de la mayoría del Consejo Banca Privada, cuando el artículo en realidad refiere a las políticas de tercerización que impulsan las autoridades del banco. Las insólitas características de esta costosa “movida sindical” me permiten especular que, quizás, Banca Privada considera, efectivamente, que parte de la operativa del Banco República está privatizada, y que por ello entra en su esfera de influencia. También puedo especular que el aviso pago de Banca Privada sustituye al silencio total que hasta ahora han mantenido las autoridades de la institución sobre algunos aspectos de la investigación de Brecha, sustentados en documentos oficiales.
El recurso del aviso pago para sostener una controversia es toda una novedad. Que yo recuerde, el sector Banca Privada de Aebu no publicó ningún aviso pago en El Observador cuando el grupo Peirano vació el Banco Montevideo. Y en aquel entonces sí que sobraban razones valederas para hacerlo.
Descargar aquí los documentos anexos.