—El proyecto surgió en la zona uno.
—Sí, el Municipio B tiene dos, y en la uno está el núcleo Ciudad Vieja del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Uruguay, cuya comunidad de padres y allegados presentó la propuesta y trabajó para captar votos.
—¿Qué barrios comprende la zona uno?
—Ciudad Vieja, Centro, Barrio Sur, parte de La Aguada; y la dos, Palermo, parque Rodó, Cordón norte y sur, La Comercial y Tres Cruces. Hablamos de una población estable de 150 mil personas y una flotante de 300 mil, teniendo en cuenta, entre otras cosas, el eje de la avenida 18 de Julio. Esta propuesta fue la más votada del Municipio, la respaldaron 557 voluntades de los nueve barrios en un total de 7.045 votos, lo que nos situó como el segundo municipio de mayor crecimiento en número de votantes.
—Nueve barrios con necesidades que las demás propuestas recogerían.
—Claro, es el tipo de fenómeno que sólo puede darse cuando hay organizaciones creíbles detrás de buenas iniciativas.
—Eso no basta para explicar el triunfo de un proyecto de focalización progresiva en el área de la cultura, en la música sinfónica y en el sector juvenil.
—Precisamente, el primer elemento que a mi juicio explica esto es la valoración que hace la ciudadanía de algunas rutas de salida para la niñez y la adolescencia.
—¿Salida de qué?
—De un conjunto de vulnerabilidades características en sectores sociales que nutren, en parte, al Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles. Y subrayo esas dos palabras, en parte, porque una de las virtudes de ese espacio de formación es que lejos de ser un gueto para pobres, consigue una auténtica integración social. Volviendo al proyecto de los instrumentos, cuando conversabas con los vecinos sobre lo que había y lo que faltaba en el Municipio esta iniciativa generaba una sintonía casi inmediata, y este es el segundo elemento que incorporo a la reflexión, el ingrediente educativo. La cultura como herramienta de construcción de proyectos de vida y superación de situaciones críticas.
El tercer elemento que registro, y ya mencioné, es la seriedad y prestigio que irradia el colectivo Orquestas Infantiles y Juveniles; este tipo de propuestas, además, no admite el voto “arrastre”, el conocido que te pide que votes la luminaria para la parada de ómnibus donde se baja la hija, o el semáforo en la esquina peligrosa. Acá hubo un reconocimiento libérrimo de la cultura como motor, repito, del cambio social, que atravesó el territorio, porque cuando culminamos el escrutinio verificamos que esta propuesta había recibido votos de los nueve barrios, y en porcentajes similares.
—Los beneficiarios festejaron con un concierto al aire libre en la plaza Cagancha, que presentó ¿cuántos instrumentos?
—Está por liberarse la segunda partida de los 2,5 millones de pesos totales adjudicados; la primera adquirió 80 violines, 30 chelos, 40 violas, diez contrabajos, diez trombones, diez trompetas, diez tubas, cuerdas y arcos.
—Esta acción pasó inadvertida para los medios y, al parecer, para la propia descentralización. Porque esas 557 personas que antepusieron violines y tubas a neones y veredas constituyen un grupo de adelantados para cualquier política cultural.
—Son un ejército de reserva ciudadana, silencioso pero vivo. Dejándonos saber, sin alzar la voz, que confían en que no todo está perdido y que están dispuestos a probarlo. Estamos dialogando con el intendente de Montevideo para reformular las bases del presupuesto participativo, a fin de habilitar presupuestos participativos temáticos o eximir a proyectos culturales, como los de la compra de instrumentos, de tener que competir en aparente igualdad de condiciones con los que postulan tareas inherentes a las responsabilidades del gobierno, como la instalación de semáforos o la poda de árboles, y con los provenientes de entidades que cuentan con importantes masas sociales de apoyo, como algunos clubes deportivos.
—Hora de corregir asimetrías.
—Exacto, y de reforzar esa convicción activa que mucha gente profesa a la cultura.