Ida Vitale sabe de sobra que, como dijo Ernest Renan, «no se puede impedir que los siglos cumplan 100 años».1 Testigo y protagonista de la literatura uruguaya del siglo XX, supo construir una obra enorme en las letras de habla hispana e hizo del ejercicio del rigor en el lenguaje uno de los ejes vertebradores de su literatura. Poeta y ensayista, traductora y crítica literaria, su obra inconfundible –tanto en prosa como en verso– fue admirada por sus contemporáneos y por las generaciones que la sucedieron. La lucidez en su contemplación del mundo, el pulimiento en el lenguaje, la agudeza de su humor son moneda corriente en sus páginas, pobladas de pájaros y plantas.
El magisterio que ejercieron en su juventud José Bergamín o Juan Ramón Jiménez se prolongó y resignificó en la recepción que ha tenido en las últimas décadas en España, donde se multiplicaron los homenajes y las reediciones de sus libros. Para fortuna del público uruguayo, también aquí, aunque tardíamente, su obra se ha hecho presente en las librerías, lo que le ha permitido el encuentro con sus lectores, los de la primera época y los más jóvenes, que no cesan de asombrarse de su juventud.
Viajera infatigable, su periplo vital la llevó al exilio en México y luego a Austin, pero regresó siempre a su Montevideo, «ciudad mágica y tormentosa, establecida entre aguas y vientos». Y aquí está, con nosotros, dispuesta como siempre a conversar y a encontrarse con el otro, a festejar el centenario de una vida que ha girado en torno a las palabras, «fabulosas en sí, promesas de sentidos posibles».
1. Planificamos esta separata de celebración con Soledad Castro Lazaroff, editora de Cultura de Brecha, con el aporte del archivo fotográfico de Estuario Editora y María Arrillaga. Nuestro agradecimiento a los periodistas que con su trabajo la hicieron posible, así como a Ida y a su familia.