—¿Qué es lo que genera en la gente una identificación tan grande con la pintura de Botero?
—Botero pinta al individuo, a la mujer, al hombre, y los pinta gordos, excesivos, con un enfoque casi primitivo, como Henri Rousseau. Es su trabajo de la volumetría lo que llama poderosamente la atención. Mi primera experiencia real con un Botero fue en una plazoleta de Bamberg, en Alemania, donde hay una escultura de una mujer absolutamente gorda, en una posición seductora, con una manzana en la mano. Una postura que se sale por completo de los estándares que tenemos hoy sobre lo que es una figura femenina bonita. Y me encantó, me sentí realmente atrapada. Me preguntaba qué chiquilina, qué joven con ese cuerpo podía animarse a mostrarse así, con esa sensualidad, si todo lo que muestran en la televis...
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