—¿Qué podemos esperar de la economía argentina a partir de diciembre?
—Nada bueno, en principio, y pensando que todo permanece oculto momentáneamente por la campaña electoral. Los tres candidatos tienen una mirada común sobre la macroeconomía y tienen su agenda fijada sobre los mismos puntos.
En primer lugar, tanto Silvina Batakis (economista referente de Scioli) como Roberto Lavagna (Massa) y Carlos Melconián (Macri) saben de la sangría de divisas al exterior en los últimos diez años a partir del pago de la deuda encarada por Néstor Kirchner y de fugas en el sistema bancario y financiero, con el consiguiente vaciamiento del Banco Central. Los más pesimistas hablan de 440 mil millones de dólares y los optimistas de 239 mil millones, entre pagos y fugas. Los tres están negociando con el juez Thomas Griesa y el financista Paul Singer para pagar a los fondos buitre una vez que pasen las elecciones. El presunto logro del gobierno en la Onu, que condenó a los hold outs, no es vinculante y las sentencias contra Argentina van a ser ejecutadas tarde o temprano.
—¿No se han ganado espacios de independencia y autonomía frente a los organismos multilaterales y los buitres en estos 12 años?
—Es cierto que la deuda concreta se achicó en relación al Producto Bruto Interno, pero a costa de vaciar al Banco Central, lo cual generó una escasez de dólares que obligó a volver a tomar deuda, que creció del 39,8 por ciento del Pbi en 2008 al 43 en 2014. La escasez de dólares elevó la colocación de bonos a tasas muy altas, algo que hay que observar con preocupación porque duplicaría los pasivos. Por esa escasez es que existe el denostado cepo cambiario, una forma de regular la salida de dólares del país.
—Todos ven como inevitable una devaluación…
—La devaluación y el endeudamiento son las dos variables que utilizan los poderosos, los que tienen la sartén por el mango, para obtener recursos en el mercado depreciado. En Argentina, esas dos variables están hoy activadas y propiciadas de manera enmascarada por los tres candidatos con más chances de ganar. Scioli acusa a Macri de devaluador y Macri a Scioli de no querer sincerar esa devaluación por la gran brecha existente en el valor del dólar paralelo. Pero tanto ellos dos como Massa consideran, en el fondo, que una devaluación será manejable y permitirá recuperar el dinero de los argentinos en el exterior. Los dólares van a volver sólo si los alcances de la devaluación satisfacen las expectativas de lucro de las empresas.
—¿Es un horizonte similar al de Brasil de Dilma Rousseff?
—No sólo eso: Argentina firmó acuerdos bilaterales y no regionales con China, que también tiene una economía sin crecimiento y con un yuan devaluado. La devaluación de Brasil y China puede traer el primer déficit comercial argentino desde la salida de la convertibilidad. En ese tema, también el trío de presidenciales elude hablar de Brasil. Porque saben que Dilma accedió al gobierno con un discurso que prontamente derechizó, colocando en Economía a un liberal ortodoxo como Joaquim Levy y negociando cargos con los hacendados. Y ahora el gobierno brasileño se está hundiendo, acorralado también por denuncias de corrupción. ¿Por qué saldría el pueblo a las calles a apoyar a un gobierno que ajusta, desconoce derechos consagrados de los trabajadores y apunta a aliarse con el poder empresario, aunque se maneje con un discurso que quiere seguir mostrándose progresista?
—¿La economía argentina no ha salido de la primarización en estos años?
—Por lo menos digamos que tenemos algunos baches importantes a partir de una industria estancada y sin crecimiento desde 2008, una dependencia de la soja y algunos inconvenientes energéticos importantes. Scioli habla de repetir una década ganada, Macri, de revertir la década desperdiciada y Massa, de diez años de frustración (olvidando en este caso que fue parte de este gobierno), pero no se distinguen demasiado en sus propuestas a futuro. Todos prometen bajar impuestos indiscriminadamente, lo cual va a financiar al lobby agroexportador y a los grandes grupos sin tener en cuenta a los chacareros y pequeños propietarios, que van a ser devorados. Y los tres se inclinan por los acuerdos firmados con multinacionales como Chevron para la explotación del petróleo o las grandes corporaciones mineras, sabiendo que eso es reprimarizar la economía. En ese mismo sentido van los acuerdos con China que los tres candidatos ven con buenos ojos.