En unos días será 20 de mayo, y por primera vez, después de 24 años ininterrumpidos, no habrá Marcha del Silencio. En este lapso pasó de todo, pero, sobre todo, lo que pasó fue el tiempo mismo. Como referencia inmediata, me tengo a mí mismo: me doblo en edad. En la primera marcha tenía 19 años y era integrante de Hijos, un grupo que habíamos formado los hijos e hijas de desaparecidos. Un dato de aquel entonces que quizás sorprenda es que, si bien acompañamos en silencio a nuestros familiares, no considerábamos que fuera la manera más adecuada de hacerlo. Fuimos una generación que creció en el silencio, y justamente por eso veíamos en este al principal aliado de la impunidad, que era absoluta en aquella época. Nos dolía, por ejemplo, que a la marcha asistieran personajes públicos que, por a...
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