Algún día tenía que escribir esto, o no… Los seres vivos no somos inmortales. Todos volveremos a la tierra, y “Menchi”, como lo llamaban familiares y amigos cercanos, murió…
Murió uno de los más grandes artistas visuales que ha dado este pequeño país. Debo ser claro: no era amigo cercano de Hermenegildo Sábat, siempre lo admiré demasiado, no me animé a decirle nunca los “disparates” que suelo decirle a cualquiera, incluso a los que me piden monedas por las calles de Montevideo. Lo respetaba mucho, quizá.
Hace ya unos años, en un fin de año, lo fuimos a visitar con alumnos amigos del taller. Nos trató como alguien humilde y sabio, generoso e interesado por la gente de su país.
Entre los que íbamos, iba un maestro de escuela y Menchi lo interrogó sobre la escuela pública. Le dijo que a él le había enseñado a usar la pluma una maestra de escuela.
Al día siguiente visitamos su taller de la calle Hipólito Yrigoyen y tuvimos la enorme fortuna de compartir un cierre de año con sus alumnos, sus alumnas, sus amigos músicos. Nos trató con cariño y con interés. Miró los dibujos de los alumnos que me acompañaban con verdadera fruición, hizo comentarios y dio consejos sin posar de “maestro”, que sin duda lo era.
Su trayectoria artística y vital fue ejemplar. Ya desde sus tempranos 33 años, cuando no aceptó la secretaría de redacción que le ofrecieron en el diario El País, pues él quería dedicarse a dibujar. Se fue a Buenos Aires, donde había nacido su madre. Allí llegó a ser quien fue: un artista mayor, respetado y admirado por todos los dibujantes gráficos del mundo entero.
Fue amenazado por alguno de los laderos de la junta militar argentina, que le trasmitió la frase: “Decile a ese dibujante que si sigue con esos “dibujitos”, va a aparecer flotando en el río”. O más cerca en el tiempo fue acusado de “cuasi mafioso” y “gorila” (ya supondrán por quiénes). Sus dibujos políticos publicados en el diario Clarín, o en Primera Plana, o en La Opinión siempre molestaron a los poderosos. Sus múltiples libros dedicados a admirados artistas varios de la música, la literatura o las artes visuales muchas veces fueron acompañados por lúcidos textos escritos por él mismo.
Para no aburrirlos más, termino transcribiendo algo que escribí en setiembre de 2011, luego de haber visto su tremenda muestra Héroes de la dependencia: “En Sábat descubro maneras de mirar inéditas para mis ojos, libertades formales e improvisaciones gráficas y pictóricas únicas y hondamente originales. En Sábat descubro que nuestra profesión de caricaturistas de prensa no es ‘una raza que se extingue’, sino que continúa vibrando con energía y vigencia, la misma con que la indispensable y vetusta mano, sabia y magistral de Sábat piensa y construye un modo elevado del pensamiento humano. Un modo y una manera que ya lleva más de 30 mil años sobre la faz del planeta Tierra”.