Abordar la obra de Elder Silva puede volverse un ejercicio arduo, y no sólo por la cercanía de su figura. Su escritura, de fuerte arraigo en la tradición oral, que supo generar lectores entusiastas, supuso la puesta en marcha de una clásica tensión entre el mundo y el lenguaje, cuya deriva fue la conciencia de que la palabra poética reinventa lo real. En el prólogo de la imprescindible antología de su poesía organizada por Fabián Severo (Agua enjabonada. Poesía reunida, Rumbo, 2013), Gerardo Ciancio ofrece una serie de observaciones al respecto. Algunas tienen que ver con una de las invariantes de Elder Silva a lo largo de su obra, que es la de realizar un estricto montaje estructural: “Su afán de organizar cada libro como si sus partes constituyesen una ópera más que una poética musical, ...
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