El pop internacional siempre ha encontrado la manera de meterse por los lugares más recónditos y, con las plataformas de música y las redes, no hace falta mucho esfuerzo para enterarse de lo que se produce. Los nombres más recientes están a la vista, aunque no sepamos ninguna de sus canciones: Taylor Swift, Billie Eilish, Miley Cyrus, Rosalía, Dua Lipa, Charli XCX, Karol G, y podríamos seguir. Hay que reconocer el arduo trabajo que les dedican a sus músicas, pero se trata del pop más mainstream y todo lo que eso conlleva. Sin embargo, si aprendemos a bucear por las redes, nos damos cuenta de que el pop, hoy más que nunca, es un abanico enormemente amplio en el que aparecen varias propuestas que desafían y llegan a un nivel de elaboración y complejidad impresionante. Teniendo en cuenta el momento social en el que nos encontramos, no debería sorprender que las propuestas más interesantes, y con sensibilidades muy diferentes, vengan de parte de artistas femeninas y disidencias. Aquí están algunos de estos lanzamientos y sus creadoras.
Maria Chiara Argirò: Closer
De Italia y radicada en Londres, Maria Chiara Argirò empezó hace un tiempo un proyecto solista como cantautora y en 2024 lanzó su segundo disco, Closer. Si bien su formación en jazz es clara –y sobre todo en el estilo moderno, en el que se utilizan mucho la armonía y la melodía provenientes del rock alternativo–, en su música se mezclan otras cosas, como electrónica, trip hop, algo de rock progresivo y algunas cosas más «chiclosas», con lo que logra una música que claramente entra en un abanico alternativo del pop. Entre voces, pianos eléctricos, sintetizadores, trompetas, baterías acústicas y electrónicas y mucho trabajo de producción, se logran armonías y melodías muy cantables, pero con giros particulares, ritmos intrincados y complejos, y una espacialidad que despierta la imaginación. Su música tiene un balance entre algo pegadizo y bien pop y un grado de complejidad en los arreglos y el desarrollo que siempre lleva a cosas inesperadas. Y un dato no menor: es una música superemocional, de esas que pueden navegar entre las mejores lágrimas.
Tema recomendado: «Game».
Julia-Sophie: Forgive too Slow
De origen anglofrancés, Julia-Sophie proviene de distintos mundos del amplio universo de la música electrónica. Ella produce la totalidad de su música, sin ninguna mano más que la suya aparte de quien esté llevando a cabo la grabación. Luego de tres EP, finalmente lanzó su primer disco, titulado Forgive Too Slow, en julio de 2024. Para quienes estén habituados a las canciones de música electrónica, e incluso para quienes no, no habrá momento en el trabajo de Julia-Sophie que no sorprenda. Siempre con una gran intensidad emocional, misterio y dramatismo, los temas van evolucionando a medida que avanzan, incluso si se trata de algo en el formato de estrofa-estribillo clásico. En otras palabras, de lo que se trata es de cómo van apareciendo nuevos colores y matices, cómo las capas de sonido se van transformando, una fantasía en constante mutación. Forgive Too Slow es un disco con un trabajo muy fino en la paleta sonora: cada sonido es sumamente elaborado y casi nunca estático, también en constante transformación. Si hay que buscar el mejor lugar para escucharlo, un viaje en ruta en un día nublado es lo ideal. Y, por cierto, no dejen de ver algún video de sus presentaciones en vivo, porque vale la pena darle vida a esta música con su presencia frenética.
Tema recomendado: «Better».
Kee Avil: Spine
Si hubiera que nombrar las artistas más particulares del momento, la canadiense Kee Avil sin duda tiene que estar en la lista. Excelente guitarrista y compositora, su música es una mezcla entre el pop y la electrónica industrial, la música experimental y la vertiente noise del rock e incluso cosas de músicas vinculadas a la improvisación libre, escena en la cual también ha hecho sus aportes. Luego de un primer EP en 2018 y su primer disco en 2022, volvió en 2024 con Spine, un disco extremadamente sombrío que deja a quien lo escuche en un lugar muy difícil de definir. Las armonías nunca son del todo claras, los ritmos varían constantemente, el pulso parece ser algo que, más que marcar la música, marca el estado anímico de su devenir, las voces siempre están entre la ruptura y el dolor y un erotismo y una sexualidad al borde del orgasmo. Y, aun así, hay algo muy cantable, tal vez no en el sentido de lo pegadizo, sino más bien de lo memorable. Debido a esta particularidad extrema, el disco sitúa al oyente en un paisaje muy tangible, muy cinematográfico, muy visual. De alguna forma, la música podría definirse como ambiental, un ambiente muy desafiante y difícil de entrarle, pero del que, una vez adentro, no dan ganas de salir.
Tema recomendado: «Gelatin».
Julia Holter: Something in the Room She Moves
No es una figura del under y, de hecho, la estadounidense Julia Holter estuvo en Uruguay en 2016, pero aun así no deja de ser una artista que no recibe el reconocimiento que merece. En 2024 editó su sexto disco, titulado Something in the Room She Moves, y este parafraseo de un tema de The Beatles va en consonancia con su contenido. La música de Julia siempre ha sido muy delicada y elaborada, de esas a las que el término fineza les calza como anillo al dedo: ese pop de cámara más típicamente inglés que tan bien se definió por mediados de los años sesenta. Pero ella no suena antigua, sino muy actual, porque de ello toma una manera de hacer, pero su sensibilidad tiene todo que ver con nuestro presente: el renombrado agobio del siglo XXI necesita de un antídoto que nos lleve a otros lugares. En el caso de Julia, a uno etéreo, de ensueños, flotante, pero con un pulso y un ritmo muy a tierra. Entre los tremendos arreglos vocales y una instrumentación y una orquestación excelentes, entre la narrativa y el desarrollo de canciones y un disco que cuenta una historia, aparece una luz que nos calma y hace de la realidad un lugar un poco más mágico. Empezar por este disco es genial, pero continuar por los anteriores, sobre todo Aviary, es lo que se necesita para convencernos de que Julia Holter es de las mayores perlas de la actualidad.
Tema recomendado: «Spinning».
Violence Gratuite: Baleine à Boss
Violaine Morgan Le Fur, mejor conocida como Violence Gratuite (violencia gratuita), creció en París, pero en su música siempre hay algo cercano a su ascendencia camerunesa. En Baleine à Boss, su primer disco solista, el pop electrónico de un estilo lo-fi se encuentra con la tradición musical de Camerún, pero, como es de esperarse en una artista con un seudónimo tan radical, esta mezcla no va a estar ahí para dejar feliz a la muchedumbre de un capitalismo en el que todos nos llevamos bien. Violaine es una artista sumamente política y extrema, y tanto sus letras como su música lo dejan en claro. Si ponemos atención a cada capa aisladamente, seguramente nos resulte familiar, incluso cercano al cliché. Pero la cosa es cuando todas esas capas se sincronizan y no solo logran un resultado bastante desorientador, sino que las mismas capas se dejan transformar por ese contexto. Hay algo de collage en su música –como lo refleja la tapa del disco–, como si una fan de las artistas pop quisiera reflejar todos sus gustos pero sus decisiones estuvieran totalmente atravesadas por la turbulencia social que la rodea. ¿Recuerdan lo que nos provocaban los momentos más laberínticos de Alicia en el País de las Maravillas, esa sensación de familiaridad extraña o extrañeza familiar? Bueno, este disco es pop bañado en eso. Si bien es difícil lograr músicas que rompan con todo, tal vez más difícil es lograr una que haga del proclamado bienestar la cosa más ominosa.
Tema recomendado: «Une Ouf».
Salami Rose Joe Louis: Sarah
Lindsay Olsen, cantante, tecladista, compositora y productora estadounidense, viene sacando hace tiempo discos con su proyecto Salami Rose Joe Louis. No ha habido uno solo de sus lanzamientos que no haya sido de lo mejor del año y 2024 no fue la excepción. En colaboración con Simon Martinez, lanzó Sarah, tal vez su trabajo más particular. En su música siempre hay una base del denominado nu jazz y constantes cambios de armonía que van en paralelo al desarrollo de la melodía, pero a su vez nos encontramos con muchos elementos de electrónica y rock experimental. En esta ocasión, también se suma una atmósfera más frenética, con cambios bastante abruptos, ritmos que solo pueden lograrse programando máquinas de ritmo y, a su vez, melodías muy tiernas y suaves y arreglos con timbres muy delicados (si bien aparece alguna que otra distorsión). Es un balance entre el torbellino emocional de la neurosis y la dulzura y la inocencia de un corazón que no ha sido intoxicado. Y el desarrollo del disco es justamente eso, porque entre temas que nos dejan con los pelos de punta también aparecen baladas en las que lo meloso pasa a ser una decisión de suma fineza. Un disco que, en otras palabras, parece la vida misma.
Tema recomendado: «Chimichuri Fireball Kwall».