Alquilan locales en el barrio, instalan carpas o contenedores en patios o gimnasios o canchas, adaptan depósitos, salones de actos y comedores: los centros de educación privada extreman la imaginación y los recursos para que las clases sean como antes de la emergencia por la pandemia de coronavirus, sin violar el protocolo sanitario. En la educación pública, en la que la creatividad se limita por las dimensiones de las aulas y el mobiliario disponible, escasean las chances de cumplir con el distanciamiento físico sin dividir a los grupos. Así, mientras en las escuelas públicas de horario simple las clases presenciales se estancaron en dos veces por semana (más un miércoles cada 15 días), durante los últimos tres meses, en los centros privados el régimen se acerca paulatinamente a la vieja ...
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