Todo está cuidadosamente pensado en este disco, como para lograr que el oyente y potencial comprador perciba que se trata de un gran producto: un cuidado diseño gráfico, una muy eficiente grabación y mezcla a cargo del estudio Aceituna Brava, exquisitos arreglos, una banda que suena más que bien, y una voz solista con un bello timbre.
Sin embargo, pese a toda esa encomiable dedicación y ese innegable trabajo puesto detrás, En el movimiento no es más que el clásico momento en que una cantante adolescente muestra sus primeras canciones, guitarra en mano, en el líving de su casa o el salón de clase del liceo durante un recreo. Ese momento intransferible, mágico y entrañable cuando ni siquiera nace una carrera sino que, en todo caso, se planta una semilla a la que, como siempre ocurre cuando la intención es que florezca, debe dársele cuidado, abrigo y mucho riego.
Maite Rodríguez canta realmente lindo, con una voz muy aguda y clara como un cristal, que emite en largas notas sin vibrato. También, compone, y sus canciones son, una vez más, semillas a ser regadas con vistas al futuro.
Debe trabajar muchísimo en lo vocal para redondear un canto personal y seductor.
Debe asimismo trabajar muchísimo para poder ser considerada una cantautora de relevancia. Sus canciones son apenas esbozos, con melodías demasiado iguales entre sí, y letras cargadas de lugares comunes y laberintos varios, que no terminan de despegar.
Condiciones hay. Falta tiempo. Vida vivida. Años de empuñar el martillo y el cincel hasta lograr dar forma a un modo propio que puede estar allí delante esperando, o bien no llegar a descubrirse nunca.
El repartido de prensa que diferentes portales de Internet reproducen hablan de la sólida formación de Maite en la Escuela Universitaria de Música como cantante y directora de coros, y hasta de su formación en artes visuales en la Escuela de Bellas Artes.
También incluye algunos conceptos tan rotundos como discutibles.
Habla de que la artista transita elementos “folclóricos, ciudadanos y alternativos”, una definición de enorme vaguedad y que el disco no refleja. Luego agrega “recostados en la sonoridad pop rock”, lo cual no aclara demasiado aunque de hecho es verdad, ya que casi todo el disco es de ese palo. Y agrega que Maite presenta “experimentación con las diferentes posibilidades de la emisión de la voz”. En realidad, la emisión es casi idéntica en todas las canciones, de las rápidas a las lentas, y de las pop rock (que son casi todas) a las que intentan abordar otro universo rítmico.
Hay algunas canciones realmente lindas y que permiten el optimismo respecto del futuro de Maite, como “Humo”, tema que abre el disco, la folclorística “Apenas”, que parece acercarla por un momento al mundo de Ana Prada, y dos lindos momentos pop como “¿Qué tienen que ver?” y “La sorda”. Esos temas abren un buen crédito para Maite Rodríguez.
Quedan por delante mucho trabajo, mucha introspección, mucho “sacar lo que sobra”, por ejemplo el texto de carátula en el que explica cómo surgió el disco, que es pretencioso y de un barroquismo exasperante. De todas formas es una artista que desde ya merece oídos atentos, y una semilla digna de germinar.
Maite Rodríguez presenta En el movimiento hoy viernes 16 de octubre a las 21 horas en el Centro Cultural Tractatus, rambla 25 de Agosto 540, acompañada por la misma banda con la que grabó su disco.
Maite Rodríguez. En el movimiento. Perro Andaluz, 2015.