El hallazgo de nuevas fosas clandestinas en el estado de Veracruz vuelve a poner en evidencia el infierno de las desapariciones en México. Además de la violencia endémica, el mal manejo de los cadáveres que hacen las fiscalías y los institutos forenses locales –totalmente saturados– complica la labor de los familiares.
La noticia les cayó mal, porque ellas ya venían haciendo el papeleo que la autoridad les exige para entrar a ese lugar, donde sospechaban que había enterramientos clandestinos. En setiembre, la fiscalía del estado mexicano de Veracruz anunció el hallazgo de un predio en el pueblo de Arbolillo con 32 fosas clandestinas, de las que se recuperaron 166 cráneos.
“Nos cayó como balde de agua fría, porque la fiscalía no informó a nadie que iban a trabajar Arbolillo, a pesar de que ...
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