Qué difícil es hacer danza contemporánea en Uruguay. Una gran cantidad de personas desconocen su existencia, y aquellas que sí la conocen, tampoco tienen muy claro qué es. Además, este arte debe lidiar con la idiosincrasia bastante conservadora, resistente y reaccionaria uruguaya, por más que nos encanta pintarnos con los colores contrarios. Vamos a decirlo claro: en Uruguay, para muchas personas, la danza –y es interesante que consideramos danza una cosa y baile otra– es «para minas o para trolos», es «bastante pervertido», es «un bolazo» y para ámbitos más cultos, una «pedorreada muy posmo». Pero incluso sin entrar en adjudicaciones conscientes, digamos que a una gran mayoría no le interesa o prefiere negar su interés; y quienes se interesan, la prefieren distante, como observadores.
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