Tal vez es una declaración que suena un poco radical, pero es muy probable que lo más interesante de la música uruguaya de los últimos tiempos haya salido de la mano de artistas femeninas. Y esto tiene un sentido que se ha repetido en la historia: cuando hay un movimiento social potente, quienes participan se ven propulsados a que esa energía atraviese su quehacer. A su vez, sorprende cómo una gran camada se ha tomado con gran seriedad la consigna de buscar una forma propia de expresividad.
Hace un par de semanas, un nombre que venía rondando por la vuelta hace un tiempo finalmente lanzó su disco debut. Victoria Brion es una compositora, cantante y tecladista uruguaya nacida a finales de los noventa. Este primer lanzamiento, titulado Todas las cosas que no había podido decir y lanzado por el sello Little Butterfly Records, no solo es otro interesante disco que se suma a la camada mencionada anteriormente, sino que trae una nueva aproximación a algunas estéticas que, de a poco, están apareciendo en nuestro país.
En una primera escucha, algunas conexiones saltan a la vista: con lo alternativo de gente como Fiona Apple, Patti Smith y Ariel Pink, con las experimentaciones electrónicas y rítmicas de Björk, Radiohead y Juana Molina, con exponentes de nu jazz y funk como Hiatus Kaiyote, Robert Glasper, Thundercat, Esperanza Spalding. Bastante sentido tiene su conexión con este mundo cuando conocemos la formación musical de Victoria: tomó clases con profesores como Élida Gencarelli, Ignacio Labrada y Ricardo Nolé, además de bañarse en diversas influencias contemporáneas –incluso de estéticas modernas de jazz– en la Escuela de Música Contemporánea Berklee, en Buenos Aires. Así, su música es conectable con varias cosas que vienen pasando en la música de la última década; en Uruguay, podemos asociarla a Rodra, Lucía Romero, Alfonsina o Ino Guridi. Pero estos vínculos se establecen dentro de una capa de análisis superficial: si nos adentramos en su música, podemos encontrar en Victoria muchos aspectos particulares, tanto por la instrumentación como por los arreglos y la forma de construir las canciones.
Es que el disco debut de Brion es, sin duda, de un nivel de refinamiento y sensibilidad muy potentes, y aunque el año no ha terminado, no hay dudas de que será de los lanzamientos más interesantes de Uruguay en este 2023. Para empezar, Todas las cosas que no había podido decir es un disco con energía, o más bien con intensidad emocional, en el que las bases armónicas suelen repetirse; a su vez, nunca deja de haber un constante desarrollo. Siempre hay varias capas instrumentales, pero estas nunca se solapan: la cantidad de volumen es la necesaria para generar densidad dejando que cada aporte se pueda identificar. También hay una muy buena forma de utilizar estas capas en una misma sección, ordenándolas para que aparezcan entre sí creando diálogos, sin convertirlas en una pared sonora impenetrable. Aun así, también hay temas más despojados, como «Mi oído en tu corazón» y «Nada que perder», en los que aparece el clásico formato de cantautora pasado por el mundo sonoro del disco.
El lado rítmico toma mucho de las bases de la electrónica pop contemporánea. Un ejemplo distintivo son aquellos momentos en los que hay una constancia de ataques pero se enfatizan solo algunos, para dar la sensación de un pulso que es, en realidad, más lento. Para decirlo de una manera más intuitiva, hay mucho de las ideas rítmicas del disco The King of Limbs, de Radiohead, y de artistas de la electrónica como Aphex Twin, Skrillex, James Blake o Flying Lotus. El efecto es el de producir un piso estable, en el que sentimos que podemos caminar pero donde siempre queda la duda: ¿a qué velocidad están pasando las cosas? Por otro lado, el disco tiene un ambiente muy onírico, generado, sobre todo, por una reverberación extensa y brillante, teclados difusos y guitarras eléctricas cuya definición se ve un poco diluida. Muchos temas tienen giros narrativos que recuerdan al desarrollo de un sueño: las cosas se conectan, pero al deformarse, retrospectivamente, nos preguntamos cómo llegaron allí.