El mosquito Aedes aegypti es un agente transmisor de varias enfermedades. Sin él no existirían algunas enfermedades humanas como fiebre amarilla, chikunguña, zika y dengue, causantes de 25 mil muertes anuales en el mundo. Además, es capaz de transmitir otras enfermedades al ser humano y a los animales: 103 tipos de virus, cinco especies de protozoarios, filarias, entre otras. Tal vez la forma más fácil de reconocerlo sea por las articulaciones de sus patas, que son de color blanco y, dada su pequeñez, se ven como puntos blancos. Suele ser algo más grande y negro que otros mosquitos. Su picadura también suele ser más molesta que la de otros, con una reacción inflamatoria local más marcada.
La especie habita en el entorno del hábitat humano y en el interior de los hogares, pero necesita determinadas condiciones climatológicas para sobrevivir y reproducirse: un patrón de lluvias frecuente con más de 500 milímetros anuales, temperaturas con promedios anuales superiores a los 11 grados Celsius con humedades que superen el 60 por ciento, temperaturas veraniegas de más de 20 grados Celsius e invernales superiores a 0 grados Celsius. Estas condiciones son típicas de los climas tropicales y subtropicales y de los meses de primavera, verano y otoño. A medida que la temperatura aumenta, se acortan los ciclos de reproducción y se incrementa la población de mosquitos.
Los huevos del mosquito pueden mantenerse viables durante un año en condiciones secas y eclosionar con cuatro días de humedad. Se reproducen en aguas tranquilas poco profundas. Por lo general, en recipientes de boca ancha, en cuyas paredes la hembra coloca los huevos cerca de la superficie del agua (en promedio, 65 por puesta). Luego de eclosionar, las larvas se desarrollarán hasta su transformación en su forma adulta (en alrededor de una semana), alimentándose de microorganismos del medio o adheridos a las paredes del recipiente. No suelen reproducirse en charcos ni pozos de tierra.
El hábitat de la forma adulta es peri o intradomiciliario; no suelen desplazarse lejos del lugar donde nacieron, no más de 200 metros, pero, dependiendo del viento, pueden desplazarse incluso a un quilómetro. Prefiere lugares oscuros y bajos, debajo de los muebles, por ejemplo. Las hembras se alimentan de sangre principalmente en la mañana y en la tarde, no de noche, a diferencia de otras especies. Son infectantes durante toda su vida: alrededor de 30 y 40 días. Los machos no tienen aparato para picar: se alimentan de savia de vegetales y néctar de flores. Los animales insectívoros pueden alimentarse de estos mosquitos, como los murciélagos y algunos peces, pero no son suficientes para controlar su número.
Los virus transmitidos por artrópodos se denominan arbovirus (del inglés Arthropod-Borne Viruses). En el caso del Aedes aegypti, la transmisión ocurre al picar (en el momento en el que el insecto se alimenta), ya sea del mosquito a un vertebrado o en sentido inverso, del vertebrado al mosquito. El virus necesita replicarse tanto en el vector como en el destinatario. Por razones desconocidas, prefiere la sangre humana a la de otros vertebrados, por eso convive con el ser humano. No existe la transmisión interhumana, solo existe a través del vector.
La transmisión también ocurre en sentido vertical, de la hembra a su descendencia, por lo que una vez que en determinada área geográfica aparece una epidemia en determinado año, al siguiente puede volver a aparecer a partir de los huevos infectados que quedaron depositados a la espera de eclosionar. También se describió la transmisión sexual entre macho y hembra.
El ser humano infectado puede transmitir la infección al mosquito durante los diez días siguientes al inicio de su propia infección. Los síntomas aparecen tres o cuatro días después de la picadura. El 80 por ciento de las personas infectadas presentan un cuadro leve o incluso asintomático, pero el 20 por ciento restante presenta fiebre alta entre dos y siete días, con cefaleas con dolor retro-orbitario (detrás de los ojos), dolores abdominales, a veces vómitos, y, sobre todo, dolores musculares y articulares con postración. Puede haber erupción cutánea y –en los cuadros graves– sangrados, hemorragias subcutáneas, shock. Hay cuatro serotipos del virus que provocan inmunidad cruzada. A diferencia de otras enfermedades, una segunda infección suele ser más grave que la primera porque las defensas del organismo se producen tardíamente, a los días (tres a siete del inicio de los síntomas), un cuadro muy grave que provoca hemorragias (dengue hemorrágico).
No hay tratamiento específico, los antibióticos son ineficaces. Solo está indicado el tratamiento sintomático a base de paracetamol. No se deben utilizar otros antiinflamatorios ni antigripales porque pueden favorecer las hemorragias. Está especialmente contraindicado el ácido acetilsalicílico (aspirina).
Los pacientes deben ser aislados en habitaciones con mosquiteros, protegidos con repelentes para evitar ser picados nuevamente y así impedir la diseminación de la enfermedad. Se deben revisar exhaustivamente, dentro y fuera del hogar, recipientes que puedan permitir la reproducción del mosquito. Los neumáticos viejos son un lugar predilecto, así como las botellas, las macetas y los jarrones. Como complemento, pero no exclusivo, se puede fumigar con insecticidas las áreas afectadas. El diagnóstico precoz de la enfermedad es importante para poner en marcha estas medidas cuanto antes. Como medidas preventivas, se deben utilizar mosquiteros en puertas y ventanas, tules cubriendo las cunas, ropas que cubran las extremidades, preferiblemente de colores claros, y repelentes en la piel expuesta.
El dengue se ha expandido por casi todas las áreas tropicales y subtropicales del planeta, con preferencia en las áreas urbanas y suburbanas, en donde juegan un papel importante los desechos de recipientes que favorecen la replicación del vector. La única forma de evitar la enfermedad consiste en la eliminación del mosquito y, para ello, hasta el momento lo más importante es erradicar las posibilidades de su reproducción. Es una responsabilidad social. No hay, por ahora, vacunas aprobadas.
El Aedes aegypti existió en Uruguay (fue responsable de las frecuentes epidemias de fiebre amarilla del siglo XIX) hasta su erradicación a mediados del siglo XX, pero reapareció a partir de la década de 1980 y luego se expandió progresivamente por todo el territorio. Probablemente, el cambio en el clima haya favorecido su expansión, pero también la distracción de las medidas para su control.
Basta observar la gráfica para advertir el riesgo que corre Uruguay (que hasta el momento no ha presentado una epidemia, como en los países vecinos). Mientras el mosquito Aedes aegypti esté entre nosotros, el dengue vino para quedarse. Solo la educación y el compromiso de la población con la eliminación de los lugares de su reproducción pueden impedir las epidemias. Es responsabilidad del Ministerio de Salud Pública educar en este sentido a la población, sobre todo con el auge de la enfermedad en la región.
Hace tiempo que se viene advirtiendo, a través de organismos internacionales, como la Organización Panamericana de la Salud, sobre el riesgo de epidemias de dengue que corre la región. La situación actual en los países vecinos es la siguiente: Brasil, en las primeras diez semanas de este año, registró más de 1.800.000 casos de dengue, con más de 500 muertos; Argentina, más de 120 mil casos, con 79 muertos; Paraguay, más de 4 mil casos, con 12 fallecidos.
El aumento exponencial probablemente responde al cambio de las condiciones climáticas, pero también a un cierto descuido en las medidas de prevención, como, por ejemplo, evitar que los residuos de recipientes y neumáticos se transformen en criaderos de mosquitos, y la necesaria educación permanente de la población sobre los cuidados necesarios para evitar la reproducción del vector.
Las condiciones para una epidemia en Uruguay existen. La llegada del frío de la época invernal probablemente lo impida, pero los huevos que quedaron infectados eclosionarán a partir de la primavera, lo que permitirá que los nuevos mosquitos transmitan la enfermedad. Todo dependerá de las condiciones climáticas y de las medidas preventivas que se tomen a partir de ahora.