Era 1973 y eso resultaba bastante complicado: Latinoamérica se incendiaba y la iban doblegando, golpe a golpe. El golpe de Argentina también llegaría, cómo no, pero en 1973 no se avizoraba. Por ahora era el momento de los retornos: un año antes había vuelto la democracia, había vuelto a gobernar el peronismo –de la mano de Héctor Cámpora– y había vuelto Perón a la Argentina, aunque estaba proscripto. Sin embargo, tanto en la política como en el arte todo se movía de maneras imprevistas y contradictorias. Para los movimientos guerrilleros, la revolución estaba a la vuelta de la esquina, mientras en las sombras crecía la figura del Brujo López Rega; en el arte, la liberación tenía más que ver con la expansión de la conciencia que con los dogmas guevaristas. «Hacer política no era solamente p...
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