Es el cuento de la buena pipa. Promediando su vida literaria, un escritor accede a reunir todos sus libros en un solo volumen y la editorial sale corriendo a comprar los derechos de esos primeros libros descatalogados, por lo general publicados en sellos pequeños y acaso desaparecidos. El escritor busca inéditos en su cajón de sastre, agrega alguna cosa nueva y, como quien agradece el Oscar frente al espejo, redacta el prólogo que estuvo carburando durante toda su vida. Los empleados revuelven las carpetas de prensa en busca de sentencias para las solapas y, antes de entrar a la imprenta, se le pide a otro escritor (que puede ser parte del último boom o alguno ya canonizado) que entregue su eslogan para la faja. Bueno, no fue el caso de Juana Bignozzi. La vida en serio, su flamante obra co...
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