Estamos en medio de la temporada en la que los dos principales partidos estadounidenses celebran primarias para determinar quién se postulará para los escaños del Senado y la Cámara de Representantes. En el pasado, estas elecciones internas eran apenas un pequeño destello en el radar político. Los congresistas en funciones por lo general veían ratificada casi automáticamente su candidatura a la reelección y ganaban la primaria sin obstáculos.
En los últimos cuatro años, el lobby proisraelí ha alterado este paisaje como reacción al éxito de candidatos demócratas de izquierda. Conocidos como The Squad («el escuadrón»), desde 2018, candidatos del ala izquierda del Partido Demócrata han venido desbancado a congresistas proisraelíes y han llevado al Congreso una mirada crítica de la ocupación israelí de Palestina. En materia de política exterior, los nueve miembros del escuadrón se han negado a seguir la línea del Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC, por sus siglas en inglés), el poderoso lobby sionista estadounidense fundado en 1953. Previamente, el AIPAC se había encargado de imponer en Washington, con millones de dólares de aporte a las campañas políticas, una agenda proisraelí casi unánime.
Tras las victorias del escuadrón en algunas primarias demócratas, el lobby proisraelí ha cambiado radicalmente su enfoque. En lugar de derramar sus fondos en las arcas de los candidatos a las elecciones generales, ha puesto su mira en derrotar a los candidatos progresistas en las primarias, impidiéndoles así una posterior victoria segura en sus distritos urbanos de estados de mayoría demócrata.
EL MEJOR CONGRESO QUE EL DINERO PUEDE COMPRAR
Para esto, el AIPAC ideó dos importantes comités de acción política (PAC, por sus siglas en inglés)1 con nombre «demócrata»: Proyecto Democracia Unida y Mayoría Democrática por Israel. En los hechos, son máquinas de dinero financiadas en gran medida por multimillonarios republicanos diseñadas para derrotar a cualquier demócrata que sea demasiado independiente con respecto al AIPAC.
En el pasado, la organización evitó deliberadamente crear su propio PAC porque buscó mantener la fachada de que estaba centrada en su agenda legislativa en lugar de en internillas partidarias. Pero esta estrategia también quedó por el camino. En 2021 creó una tercera entidad proisraelí, el AIPAC PAC. En total, los tres PAC esperan gastar 100 millones de dólares durante 2024, casi todo en primarias demócratas. La bancada republicana en el Congreso es casi en su totalidad proisraelí, excepto por dos miembros, uno de los cuales ya fue derrotado en su afán reeleccionista gracias a las donaciones del AIPAC. La organización también hizo una donación a 106 miembros republicanos de la Cámara de Representantes que en su momento votaron para revocar las elecciones presidenciales de 2020.
El AIPAC apunta deliberadamente a los candidatos de izquierda que más odia o que le resultan más vulnerables. También gasta libremente en las internas por escaños vacantes donde es fundamental elegir a un congresista proisraelí. Entre los candidatos de primarias anteriores derrotados por el dinero del AIPAC hay afroamericanos, musulmanes, LGBTQ y mujeres. Incluso apuntó en su momento contra dos candidatos judíos en Michigan y California que consideró demasiado críticos con Israel. Uno de ellos, el ahora exrepresentante por Michigan Andy Levin, proviene de una dinastía familiar que incluía dos senadores demócratas. Fue derrotado en una primaria de 2022 por un candidato relativamente desconocido mientras los medios locales eran inundados con una campaña de ataque a su figura valuada en 8 millones de dólares. «El AIPAC no soporta la idea de que yo sea la voz judía más clara y fuerte en el Congreso con una postura muy simple: no hay manera de tener una patria segura y democrática para el pueblo judío a menos que conquistemos los derechos políticos y humanos del pueblo palestino», dijo Levin entonces.
Estos PAC son en gran medida opacos. La identidad de sus donantes no se informa. Por otro lado, sus métodos de campaña son engañosos. Cubren la radio, la televisión y las redes con campañas agresivas en contra de un candidato determinado, pero nunca hacen mención a Israel o a la ocupación israelí de Palestina. En cambio, atacan a sus blancos con problemas locales, buscando sembrar dudas y desconfianza entre los votantes de cada distrito. Los anuncios casi siempre son negativos y contra el candidato progresista; nunca promueven al candidato del AIPAC. No están diseñados para persuadir a los ciudadanos de elegir al candidato del lobby proisraelí, más bien están destinados a disuadir a los votantes de elegir al atacado.
Hasta ahora, esta estrategia había tenido un gran éxito al derrotar a candidatos primerizos que nunca antes se habían presentado a cargos públicos. El desconocimiento de su nombre entre los votantes, los desafíos para recaudar grandes cantidades de efectivo y la falta de historial legislativo perjudican sus posibilidades. El AIPAC ha logrado derrotar a candidatos de este tipo en Oregón, Carolina del Norte, Maryland, Michigan y otros estados.
UN PARTIDO EN VENTA
El AIPAC venía teniendo menos éxito a la hora de derrotar a izquierdistas que ya ocupaban un cargo. Sus intentos de derrotar a congresistas en funciones, como Ilhan Omar, Summer Lee y Alexandria Ocasio-Cortez, fracasaron a pesar de gastar decenas de millones. En este ciclo electoral, pusieron la mira en Jamaal Bowman, un congresista afroamericano que representa un distrito de Nueva York que incluye barrios urbanos poblados por minorías y suburbios blancos ricos. Cuando Bowman se postuló como outsider por primera vez, en 2020, contra un veterano demócrata de la vieja guardia, ganó la interna por 15 puntos. El lobby sionista no estaba dispuesto a que se le escapara de las manos esta vez. Reclutó a un candidato blanco moderado y proisraelí, George Latimer, para competir contra Bowman y gastó unos 25 millones de dólares. En materia de dinero, la campaña para la reelección de Bowman resultó superada por la campaña en su contra diez a uno.
El 25 de junio, Bowman perdió su carrera contra Latimer, en gran parte debido al papel del AIPAC en desanimar el voto progresista y, en particular, hacer bajar la concurrencia a las urnas de los votantes negros y latinos del distrito gracias a una campaña de enchastre y ataques feroces contra el congresista en funciones. [El 6 de agosto fue el turno de Cori Bush, representante izquierdista por Misuri, miembro del Black Lives Matter y crítica de Israel. Bush resultó desbancada por el fiscal Wesley Bell, luego de que el AIPAC invirtiera 9 millones de dólares en su contra, en la segunda primaria más costosa de la historia para un cargo en la Cámara Baja (N. de E.).]
Volcar decenas de millones de dólares en competencias internas de este tipo no solo elimina del mapa a enemigos políticos, también tiene un doble efecto: deja la impresión de que el partido está en venta al mejor postor y, por lo tanto, disuade a los votantes de concurrir a elecciones más importantes. Harris y Trump van codo a codo, pero la primera necesita desesperadamente que el corazón del electorado demócrata, formado por votantes de clase trabajadora y minorías, acuda a las urnas. Sin ellos, los demócratas perderían la presidencia.
EL AIPAC no gastará 100 millones de dólares para que Harris sea elegida. No les importa quién gane esa carrera crítica, porque una victoria de Trump pondrá en la Casa Blanca a un candidato proisraelí aún más pusilánime. Los 100 millones gastados por el AIPAC en 2024 están destinados a sofocar la rebelión progresista, imponer una agenda proisraelí en la bancada demócrata y servir de aviso a díscolos potenciales.
Se trata del comienzo de una nueva era de gasto masivo no solo en las elecciones generales, sino también en las primarias. El lobby proisraelí tiene acceso a fondos ilimitados proporcionados por multimillonarios de derecha de Wall Street y directores ejecutivos de grandes corporaciones, muchos de los cuales donan a la campaña de Donald Trump.
En otra muestra de la distorsión que el AIPAC ha introducido en la política estadounidense, la cuestión central de los esfuerzos de este lobby no registra siquiera como prioridad para los votantes. En cambio, la ciudadanía se preocupa por cuestiones cotidianas como el empleo, la salud y la delincuencia. Esto es así incluso para los judíos estadounidenses: de acuerdo a una encuesta de GBAO, menos del 10 por ciento tiene a Israel como una de sus dos prioridades principales.
(Publicado originalmente en The New Arab. Traducción de Brecha.)
1. Los PAC son organizaciones exentas de impuestos que reúnen fondos de donantes privados para financiar campañas de candidatos, referéndums o proyectos de ley.
* Richard Silverstein es autor del blog Tikun Olam, dedicado a la política de seguridad israelí. Ha escrito para Haaretz, The Forward, The Seattle Times y Los Angeles Times.
Cabildeo a lo grande
Seguí el dinero
Olivia Rosane
Los miembros del Congreso que expresaron más apoyo a Israel durante las primeras seis semanas de guerra en Gaza habían recibido un promedio de 125 mil dólares de grupos de lobby e individuos proisraelíes durante el último ciclo electoral, informó The Guardian a comienzos de año. Por el contrario, los legisladores que expresaron opiniones más propalestinas sobre lo que ocurre en Gaza solo habían recibido 18 mil dólares en promedio de estos grupos.
El análisis de The Guardian no prueba que los legisladores cambiaran de opinión porque recibieron donaciones; es más probable que los grupos proisraelíes financien campañas dirigidas por personas que se sabe tienen opiniones proisraelíes. Sin embargo, expertos y activistas por la reforma electoral sostienen que el lobby es una de las razones por las que alrededor del 82 por ciento del Congreso apoya a Israel, mientras que solo el 9 por ciento tiende a dar su apoyo a los palestinos.
«Una de las principales razones por las que la mayoría de los miembros del Congreso no representan a la mayoría de los estadounidenses, que quiere un alto el fuego: el lobby israelí dio al Congreso 58 millones de dólares en total en el último ciclo electoral; solo 33 miembros no recibieron donaciones», publicó en respuesta al análisis el grupo de bancada Justice Democrats. «Este dinero oscuro envenena nuestra democracia.»
La investigación analizó el gasto de 33 grupos proisraelíes, desde el más conservador Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC) y Mayoría Democrática por Israel hasta el más liberal J Street, así como individuos proisraelíes. Evaluó además las opiniones de los legisladores analizando sus declaraciones públicas, cartas al presidente Joe Biden y publicaciones en las redes sociales. En general, encontró que Israel obtuvo mucho más apoyo en el Congreso para su bombardeo e invasión de Gaza que el que recoge en la población estadounidense en general.
El presidente de Mayoría Democrática por Israel, Mark Mellman, explicó a The Guardian que el sistema de lobby estadounidense «funciona de esa manera para todos los temas, para todos los temas progresistas, para todos los temas conservadores, por lo que no hay absolutamente nada único en la comunidad proisraelí a este respecto». «No reconocer eso sería antisemita», dijo Mellman.
Sin embargo, el lobby israelí es grande. En 2022, gastó más que los intereses de la industria del petróleo y el gas. El AIPAC, en particular, tiene fama de gastar dinero para derrotar a los legisladores que son más críticos con Israel en las campañas primarias. «No hay muchos grupos de presión que estén dispuestos a gastar millones de dólares para desbancarte en unas primarias», dijo a The Guardian el estratega progresista Waleed Shahid.
Shahid dijo que a menudo se aconsejaba a los candidatos que hicieran declaraciones proisraelíes, y que el miedo a un desafío en las primarias puede influir en las posiciones de los candidatos. Ryan Grim, de The Intercept, señaló en su momento que el senador John Fetterman (demócrata de Pensilvania), quien ha sido un firme partidario de Israel desde el 7 de octubre, permitió que Mayoría Democrática por Israel editara su plataforma sobre Israel-Palestina mientras competía en una primaria contra un candidato más centrista. La medida tenía potencialmente como objetivo evitar que el AIPAC y Mayoría Democrática por Israel respaldaran a su oponente, lo que finalmente no hicieron.
El análisis de The Guardian encontró que los seis principales receptores de dinero del lobby israelí en el Congreso en 2022 fueron demócratas centristas que derrotaron a oponentes primarios más progresistas, y que estas donaciones representaron el 42 por ciento del gasto total del lobby.
«Si no hubiera un lobby que empujara al Congreso en una dirección particular de manera tan contundente, su posición sobre la guerra en Gaza sería fundamentalmente diferente», dijo a The Guardian John Mearsheimer, cientista político de la Universidad de Chicago, coautor del libro The Israel Lobby and U. S. Foreign Policy («El lobby israelí y la política exterior estadounidense»).
(Publicado originalmente en Common Dreams. Traducción de Brecha.)