—No hay derecho a tener una silla especial –reprocha, bromeando, Gustavo Zubía, mientras procede a sentarse a la derecha de Andrés Ojeda, que ocupa un asiento ergonómico, algo más alto que el resto y dispuesto en medio de otros cuatro, todos rojos, frente a una mesa blanca sobre la que ya estaban colocados los micrófonos de los distintos medios de prensa que se hicieron presentes.
—No sé por qué está así. Yo no armé –le contesta en el mismo tono el candidato colorado.
—Es más alta que las demás –coincide, sentado a su izquierda, Diego Sanjurjo.
—Tendrías que mandarte el gesto de patear esta y agarrar una de esas –le insiste jocoso el exfiscal y diputado a Ojeda, mientras toma asiento.
—Sí, debería –reconoce el abogado, esbozando una sonrisa.
—Es el candidato –interpone Gabriela Fossati, ub...
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