No lo dudó. Cuando le ofrecieron ser «la voz de la Policía», no pidió unos días para pensarlo. La propuesta era clara: el Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo (Sifpom) quería un abogado mediático que pudiera suplir al verborrágico y carismático Washington El Turco Abdala, que había posicionado sus reclamos en la agenda política y había motivado a los policías a afiliarse. De aceptar, no sería por dinero: el salario era de unos 30 mil pesos. Pero en compensación le ofrecían algo que podía tener un gran valor: ser, en todos los sentidos del término, el defensor de la Policía. Fue en aquella primera charla de bar que Ojeda aceptó.
«Tener la mirada de la Policía por dentro es importante. Hoy puede hablar con propiedad de la seguridad; las vivencias que uno tiene en el sindicato e...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate