«En nuestro calendario maya, hoy es el día de las aguas», dice Rosalina Tuyuc, en su relato lento y pausado, los pies sobre la arena gris apenas bañados por las aguas del enorme lago Atitlán, enmarcado por volcanes verticales y pueblos mayas con nombres de santos. En lengua náhuatl, su nombre significa «entre aguas». Rosalina repasa los diferentes colores de las aguas, pero se detiene en las «aguas negras», a las que bendice porque «se llevan nuestra suciedad». Un modo maya de ver el mundo que desafía nuestras lógicas binarias occidentales.
Desde Panajachel se divisa el lejano San Pedro La Laguna y algunos volcanes majestuosos, entre ellos los tres mayores, Atitlán, Tolimán y San Pedro. Una decena de poblaciones orillan el lago, viviendo de la pesca y de un turismo nórdico q...
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