El plan B - Semanario Brecha
La cooperativa de trabajo del colectivo NITEP para el mantenimiento de baños públicos

El plan B

Un hito que rompe el imaginario. Entre críticas y autocríticas, el colectivo Ni Todo Está Perdido, conformado por personas en situación de calle organizadas, impulsó una cooperativa que sacó a decenas de personas de la calle a partir del trabajo de mantenimiento y limpieza de baños públicos en la ciudad. Un proyecto valioso que requiere apoyo para continuar.

Mariana Luzardo, Miembro de NITEP, tesorera y auxiliar de limpieza de baños de la Cooperativa Avanzar. Magdalena Gutiérrez

Hubo un tiempo en el que los baños privados hacían de públicos. La mayoría de los bares o cafeterías no ignoraban la necesidad de un transeúnte en apuros. Hoy solo hay excepciones. En Montevideo, la mayoría de los locales subrayan en su cartelería casera: «Exclusivo para clientes». Podés aguantar hasta llegar a tu casa o trabajo, pero si vivís en la calle, no queda otra; con mucha suerte, encontrás un edificio público que te permita ingresar. En ambos casos, haciéndole frente a la ley 19.120 –más conocida como ley de faltas–, que, castigo mediante, aboga por el orden y la convivencia. Fue por estas y otras urgencias que los integrantes fundadores del colectivo Ni Todo Está Perdido (NITEP), conformado por personas en situación de calle (véase «Solos es imposible», Brecha, 2-V-25), visitaban asiduamente la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad de la República (Udelar). En eso, allá por 2018, dieron con un grupo de docentes que los acompañó durante la gestación y constitución de lo que ahora es un colectivo consolidado. Y entre asambleas y espacios de vocerías, se presentó –pulió, argumentó y ensayó– una idea: hacen falta baños públicos. Y los integrantes de NITEP quieren trabajar en su mantenimiento y limpieza. Bingo.

LA TRENZA

En conjunto con la facultad, los integrantes de NITEP han trabajado en diversos proyectos: sobre la arquitectura hostil, sobre los usos de una plaza céntrica –que incluyó la elaboración de una propuesta para su rediseño, aceptada y puesta en práctica por las autoridades– y sobre el análisis de trayectorias vitales relacionadas con el uso de dispositivos diurnos de la Intendencia de Montevideo (IM). En un documento reflexivo elaborado por el colectivo y Trayectorias, el equipo interdisciplinario de la Udelar dedicado a la producción y difusión de conocimiento sobre la situación de calle, plantean como hipótesis que este tipo de experiencias demuestra que las personas en situación de calle muchas veces son expertas en los temas que les competen y que, pese a los prejuicios, pueden participar de los procesos de producción de conocimiento al respecto si comparten la apuesta, cuentan con las herramientas necesarias y se las remunera como corresponde. «Los resultados trascienden la circulación académica para lograr incidencia social», concluye el texto.

Tanto NITEP como Trayectorias conciben la situación de calle a través de tres dimensiones que son determinantes para buscar una salida. La llaman «la trenza»,pues consiste en la interconexión entre trabajo, vivienda y salud.

La hebra trabajo tiene que ver con reflexiones y debates surgidos en las propias experiencias de los integrantes de NITEP; al estar en situación de calle, los obstáculos formales para acceder a trabajos eran la regla. La ausencia de una dirección, de una vivienda fija, la progresiva pérdida de experiencia laboral, las ofertas precarias, la necesidad de sobrevivir en la cotidiana y la dificultad para sostener los empleos eran y son algunos de los impedimentos principales. «Por el trato despótico en ocasiones, pero también por trayectorias de consumo y la dificultad de la temporalidad y los modos de circulación que estas experiencias imponen», reflexionan en el documento.

Conscientes de estas problemáticas, en 2020, seis integrantes de NITEP se reunieron por videollamada con la entonces intendenta de Montevideo Carolina Cosse y su equipo, y luego con la administración del Municipio B, bajo la alcaldía de Silvana Pisano. Así nació el proyecto de los baños públicos.

EL APRENDIZAJE

Al principio, al no tener NITEP personería jurídica, ante la IM los baños comenzaron a ser gestionados por una ONG de nombre Impulso, una asociación entre la cooperativa Compromiso Social y la ONG El Abrojo. Ante el Municipio B, se hizo a través de la organización de la sociedad civil Silbadora. Todo hasta que NITEP, con apoyo de la IM, del Municipio y de particulares obtuvo una personería jurídica propia: la cooperativa Avanzar. María Luzardo, tesorera, Magela García, secretaria, Martín Antúnez, presidente, y Aníbal Gallo, socio, son algunos de sus fundadores. Los baños no solo cubrieron la necesidad de las personas en situación de calle y de los integrantes del colectivo, sino que, según argumentan, suponen incluso una solución más amplia para la ciudad.

«Los baños los usan también los vecinos que pasean a sus mascotas, turistas, taxistas, feriantes, un montón de gente», explicó Aníbal, a lo que Magela agregó que es un servicio requerido en muchos de los concejos vecinales de distintos barrios de Montevideo, espacios donde la cooperativa busca estar presente para escuchar y presentar su proyecto.

Sebastián Aguiar, doctor en Sociología, trabaja en el Área de Estudios Urbanos de la FCS, desde donde se integró al vínculo tejido entre la universidad y NITEP. En conversación con Brecha, aclaró que el proyecto con la IM ya no es del colectivo, que siguió su propio camino. El que es a través del Municipio B, en cambio, aún lo gestiona la cooperativa.

De hecho, en la intendencia hubo un cambio de enfoque. La entonces y actual coordinadora del Programa Calle de la IM, Marta Suanes, actora clave en la gestación de la cooperativa, según sus miembros, lo explicó así: «Desde 2021, en la intendencia ya no hablamos más de baños públicos, sino que hablamos del proyecto de inserción laboral en el área de limpieza integral. Limpian centros comunitarios, nuestros propios centros diurnos de situación de calle, también hacen la limpieza y el mantenimiento de algunos baños públicos, pero el proyecto original se fue ampliando y profundizando».

Según Suanes, esta nueva modalidad es también el resultado de un proceso de aprendizaje por parte de la institución, que implicó desde la incorporación de fondos para costear los boletos de quienes no podían trasladarse caminando hacia el puesto de trabajo y la asistencia en salud mental hasta la coordinación con refugios para que les guardaran a los trabajadores la cena hasta el final de su jornada laboral. Y agregó que toda la complejidad de estos procesos requiere de acompañamiento y gestión. Aun así, remarcó que «la relación de la intendencia con NITEP es permanente y el colectivo es un actor clave».

Aguiar, desde otra perspectiva, destacó las ganas que tienen el colectivo y la cooperativa de salir adelante. Añadió que lo que más contribuye para el éxito del proyecto es la participación en la gestión, un poco de apoyo, confianza y tiempo, porque hay mucho ensayo y error. «Una cooperativa de un colectivo, imaginate. Cada cosa que pasan, que sufren o que aprenden… Todo discutido, comentado y pensado, con una madurez política que a mí, que a veces voy a las asambleas, me sorprende, la altura, la capacidad de conversar y discutir. Pero, una vez que aprenden, transmiten el aprendizaje mejor que nadie», enfatizó.

Aparte de describir con varios ejemplos la riqueza de la gestión en manos de los propios integrantes del colectivo, el sociólogo admite que es comprensible que la IM busque la mayor eficiencia en la articulación de este tipo de proyectos y afirma que, en cualquier caso, la idea significó la salida de decenas de personas de la calle, a diferencia de los refugios que las mantienen.

En esta misma línea, Martín afirma –y suscriben sus compañeras– que intentar el mejor funcionamiento posible es una obligación para la cooperativa y la única forma de asegurar la continuidad de su contrato con el municipio.

LA OPORTUNIDAD

La actividad política de NITEP y de la cooperativa Avanzar también incluye críticas hacia actores externos, pero rebosa de autocríticas. En la conversación con Brecha –y en los documentos que elaboran– examinan en todas sus variables el proyecto de los baños. Se desprende de allí un reconocimiento de la violencia estructural hacia las personas en situación de calle, que también ocurre durante los turnos de trabajo. Un ejemplo fue el incendio intencionado de uno de los baños químicos, una situación hasta ahora no aclarada.

También discuten sobre la relación laboral con las organizaciones intermediarias; en el caso de la IM, sobre la calidad del trabajo y sobre los sueldos. Pero, además, le dedican gran parte a una introspección filosa: critican sus propias conductas inadecuadas en el trabajo, caso a caso, y estudian cómo mejorarlas. Si bien entienden que estos inconvenientes afectan la imagen del proyecto y podrían alimentar el estigma que la sociedad les impone a las personas en situación de calle, no descuidan la importancia del acompañamiento entre compañeros, aunque no solamente.

Los documentos plantean que las instituciones tienen que aprender a trabajar con personas en estas condiciones. De experiencias no tan agradables surgió la idea de la «línea roja». Según explicó Aguiar, consiste en la adaptación del acompañamiento, es decir, «que no haya una psicóloga todo el tiempo a su lado, sino darles las herramientas para que puedan pedir la asistencia cuando la necesiten».

El «gran Henry Melo», dice Martín, nombrando a uno de sus apoyos psicológicos con nombre y apellido: un profesional que, según dicen, resultó ser un soporte fundamental para la cooperativa, porque trabaja para el buen funcionamiento interno de Avanzar y ampara a quien precise acompañamiento o escucha receptiva. En la interna, desarrollaron también un sentido de grupo que habilita la ayuda mutua, cuenta María, lo que les permitió acceder a otros espacios de asistencia, como la Asociación Psicoanalítica del Uruguay, en su caso.

A pesar de estas dificultades, entienden la necesidad de sostener el proyecto, por todo lo que implica.

«Martín directamente va y les dice: “Gurises, miren que si no cuidamos esto, el baño nos lo sacan”», cuenta Magela. Y acota que el proyecto también es una forma de recuperar el espacio y de incentivar, por ejemplo, la visita a la plaza ubicada en la esquina de 25 de Agosto y Bartolomé Mitre, donde está uno de los baños en cuestión. Orgullosa, recuerda que, gracias a la cooperativa, luego de ocho años en situación de calle, se pudo mudar a un apartamento alquilado con su pareja.

María, por su parte, cuenta que tanto el proyecto como la cooperativa le enseñaron sobre el autocuidado y le dieron compañeras para lidiar con los problemas en conjunto. «Lo principal fue lograr que nos reconocieran como personas en situación de escasez en la condición humana y de ahí permitirnos volver a sentirnos parte de la sociedad a través de este trabajo», dijo Aníbal, a su turno.

Martín reiteró que no en vano muchos otros barrios piden baños públicos en sus municipios. Por eso mismo, esta misma semana irían con Avanzar a la asamblea barrial de los espacios públicos del Municipio C. «Aunque sabemos el tema del presupuesto», lamenta, a lo que Magela, desplegando la lucidez política antes subrayada por el sociólogo, enlazó: «Estamos preparándonos para que, con todo este proceso de cambio de autoridades, podamos dar a conocer la cooperativa en varios sitios, expandirnos y sumar nuevos socios. Lo primero es renovar el contrato con el Municipio B, que termina en diciembre».

«Son mucho más que unos baños», resume Aníbal.

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