En el balcón de la casa donde se encuentra editando su más reciente película, Ale (Itsaso Arana) comparte un cigarro con su montajista. La ventana da a una iglesia en la calle de enfrente y ella observa de lejos a una novia acompañada por una escolta que toma la cola de su largo vestido blanco. Queda indignada y pregunta, casi más para sí misma que para su compañero de trabajo: «¿Tanta gente se casa?». Como si le resultara disonante que esa tradición persista. Ese gesto de desprecio casual, también nutrido por una genuina incomprensión, habla del desplazamiento histórico del matrimonio como institución. A los ojos de Ale, celebrar un casamiento es una anomalía, una que corrobora la reorganización simbólica de nuestra concepción del amor.
A la vez que presencia este hecho, ella está atraves...
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