Un corrido mexicano - Semanario Brecha
Por qué protesta Carlos Slim cuando cuestiona la política de ANTEL

Un corrido mexicano

Carlos Slim en Ciudad de México en febrero de 2025. Xinhua, Francisco Cañedo.

El señor Carlos Slim, octogenario multimillonario mexicano de la especie de los depredadores, declaró que Claro, su empresa de telecomunicaciones, debería abandonar Uruguay. Escasamente delicado, el señor Slim –dueño de Telcel y Telmex, cofradía diez veces mayor que nuestra empresa estatal de telecomunicaciones– ejerce una clásica y descarada presión en pos de objetivos todavía ocultos, digitados por su insaciable apetito corporativo.

En su momento se sabrá qué pretende el señor Slim. Por ahora no parece probable que sus desvelos apunten a una cruzada privatizadora para la desaparición de ANTEL, aunque en sus quejas en el pódcast mexicano Cracks expresó, el 10 de octubre, su irritación porque «el mercado de telecomunicaciones de Uruguay no está abierto a la competencia. No sé para qué lo abrieron; no te dan permisos para televisión paga, no te dan permisos de tal cosa».

«Slim miente», reaccionó Gustavo Gómez, director de Observacom. Salió al cruce en su cuenta de X para recordar que en los mercados uruguayos de telefonía e internet «hay competencia abierta desde hace años». Ese hecho incontrastable –que Slim, obviamente, no ignora, porque se ha beneficiado de ello– no impide la grosera manipulación y la malicia intencionada. El presidente de ANTEL, Alejandro Paz (ingeniero eléctrico con un posgrado en telecomunicaciones), aprovechó la incursión mediática del mexicano para advertir que la empresa pública está «muy atenta» a eventuales prácticas anticompetitivas, tras el ingreso de privados, en el segmento de fibra óptica para los hogares. Y agregó: «Es un modelo que funcionaba bien y que ahora quedó perforado. Tenemos como 50 licencias nuevas, donde cada uno va a desarrollar la red en la parte que le convenga, sin contraprestaciones. Nos dejaron en una situación bastante compleja».

El adjetivo perforado resulta por lo menos insuficiente: en agosto de 2024, el directorio de ANTEL resolvió conceder a empresas privadas el acceso a la fibra óptica. Decenas de empresas de televisión para abonados recibieron del gobierno de Luis Lacalle Pou licencias para servicios de banda ancha e internet en los hogares, entre ellas Flimay SA, denominación charrúa para América Móvil Claro. De manera obstinada, hubo varios intentos por parte de ese gobierno para deshacerse del monopolio de la fibra óptica, primero a través de la Ley de Urgente Consideración y después como parte del articulado de la ley de medios. Los intentos fueron sistemáticamente rechazados, lo que indicaba que ni siquiera en la coalición gobernante había brazo enyesado para el desatino injustificable. Por eso Lacalle apeló a la vía administrativa.

El terreno había sido desbrozado por el ingeniero Gabriel Gurméndez –como denunció el sindicato de los trabajadores, SUTEL–, quien durante su gestión como presidente del ente impulsó una indisimulada política de beneficio de la competencia privada. Para cuando decidió renunciar a la presidencia de ANTEL, en agosto de 2023, y sumarse a la campaña electoral como precandidato presidencial del Partido Colorado, el proyecto de cesión del uso de la fibra óptica ya estaba asegurado.

No fue la única contribución de Gurméndez al emporio mexicano de su amigo Slim, con quien estrechó lazos durante su gerenciamiento del aeropuerto de Cancún, un emprendimiento subsidiario del zar mariachi de las telecomunicaciones. En mayo de 2023, Claro –junto con la española Movistar– accedió a bloques de 100 megahercios para desplegar la tecnología 5G en Uruguay, tras una subasta impulsada por el directorio de ANTEL. Y en octubre de 2022, AM Wireless Uruguay SA logró una reducción del arancel a pagar por cada llamada internacional, según el convenio de interconexión que permitió el aterrizaje en Uruguay de Claro, que en aquel entonces operaba como CTI en América del Sur. También fue beneficiaria de ese engendro de la «portabilidad numérica», que facilitaba el trasvase del cliente de una empresa a otra sin perder el número telefónico. Con casi el 70 por ciento de la telefonía móvil, ANTEL se apiadaba de sus competidores, Claro y Movistar, y facilitaba gratuitamente su crecimiento.

La conquista del mercado uruguayo exhibió un cierto empecinamiento del empresario mexicano desde que comenzaron las actividades de sus empresas a finales de 2003. Planes generosos y ofertas regadas con abundante publicidad no lograron horadar esa conservadora preferencia del uruguayo por sus empresas estatales hijas del batllismo paternalista, que durante mucho tiempo fueron impermeables a los extremos caníbales del capitalismo financiero y corporativo. Slim, que incluso había accedido a posiciones privilegiadas en el mercado estadounidense de la telefonía digital, siguió perdiendo dinero con su empresa, que no despegaba de índices residuales en el mercado uruguayo. Desde que se desmonopolizó el negocio de los celulares, Claro mantuvo un ceniciento tercer puesto en el ranking uruguayo, muy atrás del predominio del entonces ANCEL. Su mejor marca apenas superó el 16 por ciento en el mercado de la telefonía móvil. Y en cifras no hubo cambios significativos cuando Gurméndez puso la carne en el asador del amiguismo empresarial.

Otro cantar fue el arriesgado exabrupto propio de mercader veneciano que el gobierno de Lacalle impulsó para otorgar esa libra de carne en forma de una amputación de la fibra óptica. A poco de habilitar la incursión privada en la explotación de internet, Claro trepó a un 22 por ciento del mercado de banda ancha y televisión para abonados. Ese regalo implicó que ANTEL se arriesgara a compartir el universo de clientes con sus competidores, mientras asumía todos los costos del mantenimiento de la fibra óptica. No hay mejor ejemplo de una cesión de soberanía en procura de la libre competencia.

El amigo de Carlos Slim llegó al Parlamento después de obtener en 2024 el 18 por ciento del 16 por ciento de los votos colorados. Estuvo muy lejos de la Presidencia, pero logró una banca en Diputados por Maldonado. Y con otro empujoncito llegó al Senado. Slim, que aún no ha hecho opción de la concesión del 5G porque implica una inversión, denuncia el «estatismo» preparando el terreno. No le gusta que no haya un amigo en el directorio de ANTEL.

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