«Tendremos la cabeza y el corazón puestos en los que más lo necesitan y para ello es imprescindible que gobierne la honestidad.» Esa fue la frase con la que Álvaro Danza cerró su discurso de asunción como presidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) a comienzos de abril. Ese día, en su alocución previa, había enumerado los principales desafíos que tendría por delante su gestión al frente del mayor prestador de salud del país, con más de 1,4 millones de usuarios.
Avanzar en la descentralización, mejorar el acceso a medicamentos, priorizar la salud mental y reducir los tiempos de espera serían algunos de los objetivos centrales. Y exigirían –según dijo entonces– «trabajo, seriedad, responsabilidad y compromiso». Siete meses después, el debate que rodea su figur...
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