Charlie Hebdo se hizo conocido internacionalmente recién en 2006, cuando retomó, republicándolas, unas caricaturas de Mahoma aparecidas en un diario danés. Esa publicación le valió los primeros ataques, invectivas y amenazas por parte de sectores del islamismo militante y juicios de parte del islamismo tradicional. Desde entonces fue ese, el de la denuncia del oscurantismo religioso islamista, su principal caballito de batalla gráfica. Antes habían sido otros: el clero católico, fundamentalmente, Israel (a veces), la extrema derecha (muy a menudo). En una época también el poder financiero. “Charb” (Stéphane Charbonier, su último director, uno de los dibujantes asesinados el miércoles) definía al periódico como un “reflejo de todos los componentes de la izquierda plural, incluidos los abste...
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