Turquía y Rusia no están en guerra, pero hay una cosa a tener clara: ambos gobiernos apoyan a bandos diferentes en la guerra civil siria. No son aliados ni coinciden sus intereses estratégicos. Desde hace cuatro años, el objetivo del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha sido acabar con el régimen de Asad. Un gobierno islamista, la alternativa más probable pero no segura en ese caso, sería un aliado natural de Ankara e impediría cualquier ayuda a los kurdos de origen turco. Reforzaría el papel de Turquía como gendarme de la zona, lo que siempre es discutible dado que los turcos, como todos deberíamos saber, no son árabes.
Putin no va a permitir que el régimen sirio se venga abajo. Su preocupación no es el destino personal de Bashar al Asad, sino contar con un aliado seguro en Ori...
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