A principios de julio vence un acuerdo que ha estado en vigor la friolera de 12 años entre la Unión Europea y la mayor tabacalera del mundo. En 2004 Philip Morris estaba a punto de sufrir una severa sanción de la Comisión Europea por su implicación en casos de contrabando cuando de pronto el Ejecutivo comunitario de la época –comandado por Romano Prodi– y la multinacional sacaron de la chistera una singular idea: durante dos sexenios Philip Morris, el “contrabandista”, abonaría mil millones de euros a los estados miembros para controlar el mercado negro de cigarrillos (90 por ciento para los estados y 10 por ciento para el presupuesto de la comisión).
Muy cerca de concluir el período de 12 años, el panorama es desconcertante: casi todos los países miembros quieren renovar el acuerdo porque...
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