Un buen libro de cuentos es el que se parece a una novela, y cada uno de los relatos sería como un capítulo que participa de un espíritu en común, el espíritu del libro, que les da una ilación no tanto temática como sentimental.
En eso radica la calidad de El intérprete del dolor (premio Pulitzer 2000), de Jhumpa Lahiri: en la posibilidad de desarrollar historias protagonizadas por personajes sumamente diferentes entre sí, ubicadas en contextos históricos y geográficos diversos, pero manteniendo una serie de preocupaciones siempre presentes. La vida de los bengalíes en el resto del mundo, el relativismo cultural que dicha adaptación a otro medio conlleva, así como temas más “universales”, desde el nunca mejor ponderado amor (y desamor) hasta el tópico más hondamente kafkiano, que es el del...
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