Un tribunal de Madrid envía a prisión al vicepresidente catalán, Oriol Junqueras, y a otros ocho consejeros del gobierno autonómico, acusados de “rebelión” por proclamar la independencia. El presidente Carles Puigdemont se refugia en Bruselas. Ya hay una orden de captura internacional en su contra.
“Le ruego que no ponga mi nombre. Las cosas están difíciles, muy difíciles.” Hasta hace pocos días el diplomático catalán que está al otro lado del teléfono se desplazaba en coche oficial, tenía un responsable de prensa y se sentaba en un cómodo e impoluto despacho. Hoy implora que su identidad no aparezca en esta crónica. Habla con precaución, e incluso hay preguntas que prefiere no responder. Si el gobierno y la fiscalía española se endurecen otro poco, incluso podría terminar preso. Su delito...
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