Ocho puestos instalados sobre la línea imaginaria que separa Rivera de Santana do Livramento, en territorio uruguayo, cambian moneda sin autorización del Banco Central. Los cambistas formales se quejan de la competencia desleal, aunque no delatan a sus vecinos. El gobierno admite que el riesgo de lavado de dinero existe, pero considera que no es lo suficientemente alto para intervenir de oficio y prohibir la actividad. Paradójicamente, como no hay denuncias ni investigación, se desconoce cuántos son los cambios irregulares y cuánto dinero mueven en el volumen total de estas transacciones a nivel nacional.
Cuando usted llega a la terminal de ómnibus de Rivera y pregunta a funcionarios o usuarios dónde puede cambiar dinero lo mandan al centro, a unas ocho cuadras de distancia, en la frontera...
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