I. Al influjo de la economía digital, en las últimas décadas se han registrado significativos avances en el bienestar económico y en la calidad de vida de la población a nivel global.
Las más de 5.100 millones de personas suscritas hoy a servicios móviles (alrededor de dos tercios de la población mundial) han provocado un crecimiento explosivo en el mercado de aplicaciones para celulares, y la “Internet de las cosas”, la impresión 3D y las “cadenas de bloques”, parecen abrir nuevas ventanas de oportunidades para las naciones del Sur.2
América Latina encabeza el uso de redes virtuales para actividades de socialización, y la trasmisión de datos se ha incrementado de tal forma que en algunos países el sector de las telecomunicaciones ha pasado a constituirse, según cifras oficiales, en el motor de crecimiento del producto bruto interno.
En este marco, algunos expertos calificados3 han señalado de forma insistente que la región estaría en condiciones únicas de cimentar un proyecto de desarrollo inclusivo sobre la base del despliegue de su fuerza creativa en torno a sectores tan diversos como los de la robótica, la inteligencia artificial, la electrónica, el software, la medicina personalizada y la nanotecnología.
II. Durante la segunda mitad del siglo XX el progreso tecnológico se constituyó –en los países desarrollados– en el factor básico del crecimiento económico, y en un elemento clave para la propia estabilidad social, generando nuevas oportunidades de empleo para vastos sectores de la población.
En América Latina, sin embargo, los débiles intentos de diversificación de las estructuras económicas impulsados durante el período de industrialización por sustitución de importaciones no pudieron concretar en resultados sostenibles en el largo plazo la intención consciente de romper con los esquemas tradicionales de la división internacional del trabajo.4
La semejanza de la experiencia latinoamericana con la fase clásica de expansión industrial de Europa y Estados Unidos (y con los procesos observados posteriormente en los países escandinavos y en los del sudeste asiático) fue y es, en este sentido, tan sólo aparente.5
Sobre la base de tecnología mayormente importada, su integración en los mercados internacionales se estableció exportando productos primarios a granel (alimentos y minerales), y haciendo uso intensivo de mano de obra no calificada y de los recursos naturales.
La estructura productiva resultante de esta inserción periférica impulsada por las empresas multinacionales, por los estados nacionales, y por un empresariado local dependiente de las economías dominantes, provocó en el largo plazo un bajo nivel de crecimiento económico, una fuerte concentración de la riqueza (rentas del capital y de la tierra6), y daños ambientales irreversibles.
III. Este modelo primario-exportador es el que explica que aún hoy, y luego de una década de extraordinaria prosperidad, América Latina siga siendo la región más desigual del mundo, con la mitad de sus trabajadores empleados en el sector informal (superando los niveles de África subsahariana), y con el 40 por ciento de sus habitantes sobreviviendo con menos de seis dólares por día.
Doscientos años después de nuestra independencia política, todo indica que siguen sin estar dadas las condiciones de base para materializar un proyecto de desarrollo que resuelva dos problemas fundamentales:
1. Cómo posicionarse en los mercados globales mediante la producción y exportación de bienes y servicios de alto valor agregado (que sean resultado de desarrollos tecnológicos propios).
2. Cómo abrir un camino sostenible de justicia social para la mayoría de la población a través del empleo digno.
Si bien la revolución industrial en Europa y Estados Unidos logró transformar parte de los sistemas económicos heredados de la época colonial, no fue sin embargo capaz de crear en América Latina un proceso autónomo de crecimiento inclusivo con aumentos de la productividad sostenidos en el tiempo. El proyecto modernizador se instaló entonces sobre sociedades que intentaron, principalmente a través del consumo y sin acumulación industrial previa, desarrollarse a imagen y semejanza de los países del Norte.
IV. Si el problema del subdesarrollo constituye entonces una realidad histórica que es consecuencia de la difusión del progreso tecnológico en el proceso de conformación de la economía a escala mundial, no deberíamos analizar el posible impacto de la economía digital en nuestras sociedades de forma aislada.7
La población marginada, desempleada y subempleada en Latinoamérica (mujeres y jóvenes, en particular), aspira a empleos formales que el sistema económico no ha creado en cantidades suficientes, y que no parecería estar en condiciones de generar en el mediano plazo a través de esta nueva revolución tecnológica.
Y cuando la informalidad es la norma, el desempleo podría ser, por otra parte, un privilegio que sólo pueden darse quienes no están obligados a insertarse en un mercado que ofrece trabajo esclavo moderno sin seguridad laboral y sin protección social, a cambio de jornadas de 12 horas y salarios sumergidos.8
Aun matizando los posibles impactos negativos que pudiera generar el proceso de automatización, y más allá del aumento en el consumo de aparatos electrónicos o de la agilización de trámites burocráticos en línea, algunos problemas críticos del ámbito social también son consecuencia de la penetración de la técnica moderna en la esfera productiva.9
V. En una mirada de largo plazo, los desafíos para la región parecerían estar más vinculados a problemas estructurales (500 años de inserción internacional periférica) que a cuestiones recientes o novedosas (la sustitución de mano de obra provocada por la digitalización de la economía)
Para superar su condición dependiente, América Latina (con tan sólo 8 por ciento de la población mundial y representando menos del 7 por ciento del comercio internacional) debería impulsar de forma coordinada una ambiciosa política de desarrollo de nuevos complejos productivos y de reconversión de sus sectores más tradicionales.
Sin embargo, y aparte del éxito de algunas herramientas desplegadas para promover a sectores intensivos en conocimiento,10 los incentivos otorgados por el sector público (exoneraciones fiscales y subsidios), el financiamiento de largo plazo, los tratados de libre comercio y la captación de inversión extranjera directa siguen priorizando, con creces, la exportación de bienes y servicios de bajo valor agregado.11
En todo caso, y más allá de los instrumentos de política a ser empleados, un proyecto emancipador de largo aliento requeriría de una nueva elaboración teórica que permitiera afrontar los desafíos de transformarnos en una sociedad más justa, a través de la creación de trabajo digno y de la protección del ambiente para las futuras generaciones.
Mientras tanto, la revisión de nuestra historia reciente podría ser suficiente para advertirnos sobre análisis apresurados que, como en el Candido de Voltaire, nos llevaran a concluir que “todo sucede para bien en éste, el mejor de los mundos posibles”.
* Doctor en economía por la Universidad de Leicester (Inglaterra). Investigador asociado del Transnational Institute (Tni), Ámsterdam. Ex director nacional de Industrias (2010-14).
- Peter Theil.
- https://www.gsma.com/latinamerica/es/omc-futuro-digital
- https://www.efe.com/efe/america/sociedad/el-tren-de-la-revolucion-tecnologica-puede-llevar-a-latinoamerica-al-desarrollo/20000013-3413428
- Celso Furtado (1974). El mito del desarrollo y el futuro del Tercer Mundo.
- Tanto a nivel de la generación de investigación y desarrollo tecnológico endógeno, como de la captación de rentas y distribución del excedente asociado a este proceso.
- http://www.revistas.unam.mx/index.php/pde/article/view/56949
- Celso Furtado (1966). Subdesarrollo y estancamiento en América Latina.
- https://www.ilo.org/americas/temas/trabajo-forzoso/lang–es/index.htm
- Entre otros, el éxodo de la población rural hacia las ciudades y su marginación en asentamientos como resultado de los efectos provocados por la agricultura de precisión.
- Véase por ejemplo el caso de la industria del software y de los servicios globales de exportación en Uruguay: https://www.uruguayxxi.gub.uy/es/centro-informacion/articulo/servicios-globales-de-exportacion/
- http://nuso.org/articulo/que-pasa-con-el-sector-servicios-en-america-latina/