Hace unos años tuvo su auge una ideología que nunca terminó de tener nombre y que quizás ya no exista más. Hablaba de una “nueva política”, muy relacionada a las posibilidades abiertas por Internet. Cierta lectura de los movimientos de protesta posteriores a la crisis de 2008 (la primavera árabe, occupy Wall Street, los indignados españoles), asociados a las redes, sacaba muchas conclusiones sobre un mundo que sería más horizontal y más espontáneo, donde la gente común se vería empoderada para participar de política. La contracara de esto era un diagnóstico sobre la “militancia tradicional”. La gente ya no tiene tiempo, las reuniones son largas y aburridas, están llenas de viejos y de peleas inconducentes. La gente quiere algo más dinámico, más fácil. La militancia presencial era una cosa ...
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