Después de que se apagaran los destellos del lanzamiento de Juan Sartori, se vieron los pingos. La versión de que fue un montaje que logró pagando viajes en formato de excursión a la capital prendió en las redes y en los medios. Aun así, y aunque ningún dirigente lo diga con todas las letras, el recién llegado es motivo de preocupación en los pasillos de la sede nacionalista.
Cincuenta minutos habló. Se paró ante un Palacio Peñarol
prácticamente lleno, en el que quedaban apenas algunos claros en el segundo
anillo para colmar las 4.700 butacas. Juan Sartori repitió la presentación
paqueta que tuvo en su primera aparición pública en el teatro Metro: piso
espejado, circuito cerrado de televisión, un sofisticado sistema de teleprompter
y un costoso telón blanco y celeste que vistió el escenari...
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