El electorado de izquierda se volcó masivamente a las urnas para darle la victoria al Partido Socialista Obrero Español y terminar de redimir a su secretario general, Pedro Sánchez. El triunfo coincidió con la radicalización de la derecha y la implosión del Partido Popular.
Hace dos años, Pedro Sánchez era un cadáver
político, un outsider dentro del socialismo español, que lo había
expulsado de la secretaría general del partido. No poseía Sánchez acta de
diputado –renunció a ella en un acto consecuente que lo llenó de legitimidad de
puertas afuera– y recorría con su coche las agrupaciones socialistas de todo el
país para convencer a la militancia en unas primarias en las que venció y le
dobló el pulso a todo el establishment del Partido Socialista Obrero
Español (Psoe) y a los grupos de
po...
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