Los muros de prejuicios son los que determinan un ellos y un nosotros. Nuevos ritmos, nuevas imágenes urbanas, pensiones superpobladas impactan en el deber ser de la uruguayez. Algo de todo eso parece impedir el surgimiento de otras pautas de encuentro, en la que no seamos nosotros y no sean ellos.
Quien pase por Uruguay y Arenal Grande los
fines de semana verá que el viejo bar esquinero se vuelve una consola de
merengues, pambiches y bachatas. Aunque eso dependerá de las edades de quienes
se arrimen. Porque si llegan a ser mayoría los muchachos que apenas superen los
veinte, los ritmos que imperarán serán el reggaetón y el dembow. Gardel
cede el paso al Alfa y a Chimbala; Zitarrosa, a Maite Perroni y Prince Royce.
La comunidad dominicana ha encontrado un centro de reunión y ocio. Los acen...
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