“Sólo hay una diferencia entre una larga vida y una buena comida: en la comida los dulces vienen al final”, así hablaba el protagonista de “Will, el del molino”, de Robert Louis Stevenson. Algo de esto sobrevoló el aire el pasado martes 18 en el teatro Solís, en las vísperas de cierto natalicio y bajo oscuras profecías meteorológicas que advertían de huracanes y ciclones (y que se despejaron tan pronto como aclaró el sol al día siguiente).
El
espectáculo Rada, parte de la historia arrancó al público uruguayo de
sus madrigueras y logró llenar la sala con un abanico de generaciones que sólo
un artista de esta índole puede lograr. El objetivo del concierto, como ya
había adelantado Rada a este semanario en la entrevista del número anterior, no
era otro que revisitar una de las décadas más int...
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