Es curioso ver a Nanni Moretti (Caro Diario, La habitación del hijo), uno de los más carismáticos y originales directores italianos de los últimos 30 años, abocado a un documental histórico de corte clásico, centrado nada menos que en el Chile de inicios de los setenta. El mismo cineasta aclaró en una entrevista que “no sabía bien por qué estaba haciendo el documental hasta que Matteo Salvini fue nombrado ministro del Interior. Entonces comprendí por qué había querido hacer la película”. Salvini, un líder xenófobo de la extrema derecha, es el responsable de la brutal política antiinmigratoria de su país, la cual niega la ayuda a los náufragos rescatados del Mediterráneo y cierra los ya existentes centros de inmigrantes en Italia.
De esta manera, el documental conecta con la realidad actual, proponiendo un sutil contraste entre las actuales políticas antihumanitarias italianas y el papel ejemplar y crucial que jugó el gobierno demócrata cristiano de la época, el cual otorgó refugio en el interior de la embajada de Italia a perseguidos políticos y dio asilo a más de 600 personas que salieron del país en avión, con salvoconductos. El documental coloca en contexto la situación mediante materiales de archivo y entrevistas a figuras clave del conflicto, principalmente asilados chilenos, aunque también se les da la palabra a algunos de los militares represores y hasta a algún ícono de izquierda, como el cineasta chileno Patricio Guzmán.
Así, se trata de un notable ejercicio que pone el foco en rememorar y dar a conocer algunos de los momentos clave del período: la elección democrática y el gobierno popular de Salvador Allende, el Plan Cóndor y los preparativos del golpe, el bombardeo a la Casa de la Moneda, la atroz represión posterior, la utilización del Estadio Nacional como centro de detención y torturas, el papel crucial del cardenal Henríquez en la Vicaría de la Solidaridad, así como la terrorífica osadía de saltar el muro de la embajada, esquivando los balazos de los militares. El relato de anécdotas poco difundidas o por muchos olvidadas nutren el documental de datos elocuentes acerca de la brutalidad del período, como aquella vez que los militares arrojaron el cuerpo torturado y sin vida de la estudiante de sociología Lumi Videla por encima del muro, hacia adentro del patio de la embajada. La propaganda de la dictadura difundiría que la joven militante había muerto como resultado de una orgía entre asilados. Mención aparte: una entrevista en la que un adulto cuenta de su refugio en la embajada cuando era niño, y relata acerca de los juegos infantiles en los que él y sus pares reproducían alternativamente los roles de carabineros y militantes, es un atípico toque de interés que aporta cierta personalidad al abordaje.
El documental supone un notable y oportuno ejercicio de memoria, y es exhibido por la Cinemateca Uruguaya en un momento clave. La limitante de un repaso cronológico tan abarcativo es la imposibilidad de profundizar en algunos de sus puntos para construir un aporte más sustancial, pero se trata de un trabajo riguroso, interesante y necesario.
Santiago, Italia. Italia/Francia/Chile, 2018.