«Como lector siempre me ha apasionado buscar el verdadero rostro del autor», dice una cita de Benedetti que ha sido retomada en sucesivas oportunidades. Once años después de su muerte, ese rostro real queda cada vez más lejos, pero permanece el otro: el que creó su propio lector. La crítica y el imaginario popular han ido conformando, a lo largo del tiempo y de las sucesivas y diversas incursiones, un nuevo rostro para ese autor, que no deja de tener puntos de coincidencia con la persona real, pero que supone una nueva figuración, cuya entidad es ante todo literaria. Hoy también, con la distancia que median los años, es más visible, además, la diferencia entre ambos rostros y su máscara: aquella construcción discursiva que habita sus textos y compone la imagen que él quiso legarnos en su l...
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