Es difícil transmitir el entusiasmo que me ocasiona este libro, no por las seguridades o las certezas que pueda generar, sino por la hipótesis y el principio que subyace en cada página: las búsquedas científicas y artísticas tienen aspectos en común; son formas de conocimiento distintas, pero existen importantes zonas de contacto entre ellas. El camino que transita el libro, la puerta que abren sus curadores son un principio para desatar una nueva relación entre los fenómenos sociales y la biología, lejos del determinismo en la explicación y de la subordinación de unas disciplinas a otras. Ahí está la clave del libro, su aspecto innovador: originar las condiciones para el diálogo productivo entre el arte y la neurociencia.
Un concepto central para el proyecto y para el producto final es el...
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