En la edición pasada de Brecha fue publicada una nota de opinión a cargo de Alma Bolón y Walter Ferrer.1 Me siento obligado a hacer una serie de precisiones y descargos ante afirmaciones totalmente carentes de veracidad.
En la nota se expresa que “Rara vez se ponen en discusión los fundamentos de la creación de otra universidad pública, en este caso exclusivamente dedicada a la formación docente”. Como indicamos en el artículo citado por los autores,2 la propuesta de creación de una universidad pública para la formación docente proviene de la XII Asamblea Técnico Docente de Formación Docente, reunida en Salto en junio de 2006.
La misma fue reafirmada en diciembre de ese año por el Congreso Nacional de Educación Maestro Julio Castro.3 Está claro que no es una propuesta del Banco Mundial, como se sugiere luego por parte de los autores.
Desde 2010 existe un meticuloso informe realizado por varias instituciones públicas por mandato de la ley de educación sobre la necesidad de dar carácter universitario a Formación Docente, en formato de instituto,4 allí se puede acceder a este rico debate.
Nuestros fundamentos los hemos expuesto aun cuando se hablaba de la creación del mencionado Instituto Universitario de Educación (Iude), en marzo de 20135 (así lo establece la ley general de educación, aprobada en 2008, en su artículo 84), y en una serie de artículos aparecidos en ese mismo medio en agosto de 2013, “Universidad para la pública educación”,6 en setiembre de ese año “La Universidad de Educación: autónoma y cogobernada”,7 y en agosto de 2014 “La Universidad de Educación: autónoma y cogobernada”.8 Se puede expresar que no se acompañan los fundamentos, pero no decir que estos no existen o no fueron expuestos.
Por si fuera necesario aclararlo, no creo que sea una buena práctica académica ni republicana que una única institución pública detente el monopolio universitario.9 Reconocer las bondades de la Universidad de la República no tiene nada que ver con querer generar un sistema universitario público, diverso, integrado y robusto.
También profundizamos en los fundamentos para la creación de una tercera universidad pública en el artículo citado varias veces por los autores, que fuera publicado en La Diaria.10 Allí planteamos la necesidad de agregar a la formación en enseñanza los imprescindibles aspectos de investigación y extensión. Hacemos referencia a la formación permanente con la creación de una amplia oferta de especializaciones, posgrados y doctorados, estrechando el trabajo conjunto con la Udelar. Se hace hincapié en cómo se podría facilitar la movilidad de todos los actores (estudiantes, docentes, investigadores) entre instituciones públicas y privadas, tanto nacionales como extranjeras. Al mismo tiempo, exponemos que el proyecto tiene como uno de sus objetivos centrales el desarrollo de la investigación enfocada en el proceso enseñanza-aprendizaje, creando ámbitos que tiendan puentes entre la producción académica y la ciudadanía. Por último, planteamos explícitamente que la Uned debe ser autónoma y cogobernada, ya que la tarea docente debe estar basada en principios de democracia y participación, y esos principios deben partir desde el seno de la institución. He aquí una serie de fundamentos que los autores omitieron.
Pero hay otros aspectos que interesa aclarar. El artículo sugiere que los impulsores de la Uned seguimos los lineamientos de los organismos financieros internacionales con el objetivo de que la formación docente se base en el “didactismo”, en detrimento del contenido específico de las asignaturas. Falso, ¿cuáles son los préstamos internacionales y de qué organismos llega el dinero que se invierte en el Consejo de Formación en Educación? ¿En qué artículo del proyecto de creación de la Uned se establecen los planes y programas que socavan la formación por asignatura y le otorgan mayor protagonismo al “didactismo, psicologismo y sociologismo”? Esas “trivialidades”, al decir de los autores, no existen en el proyecto.
Otro punto al que hacen referencia (y hasta con desprecio) es la escasez de producción elaborada desde los ámbitos de formación. Somos contestes en la necesidad de una transformación y por ello hemos intentado contribuir a ella desde nuestro rol parlamentario y legislativo. Pero no se pueden desconocer los aportes de la formación docente a la investigación en distintos campos. Sólo a manera de ejemplo, en la asignatura historia, los académicos más reconocidos son egresados del Ipa: Ana Frega, Ana Ribeiro, Ana Zavala, Gerardo Caetano o Carlos Demasi (sólo por mencionar algunos). O desestimar con tanta autoridad los artículos educativos publicados en forma mensual en Quehacer educativo. Resulta paradójico que el “currículum oculto” de las críticas que sugieren los autores provenga justamente del maestro Soler Roca en “El banco Mundial Metido a educador”,11 texto que conocemos y destacamos pero al que no se le puede hacer decir algo que no dice. Creemos que la producción académica en educación debe avanzar y mejorar, pero no sobre la base de la denostación y el desconocimiento de lo que existe.
El artículo tiene una profunda contradicción: asumiendo que la educación es un hecho político, no entiende que lo político, en una república, tiene también una fuerte expresión electoral. Que expresa la correlación de fuerzas de los proyectos políticos en pugna. Es tan sencillo como entender que si el Frente Amplio tuviera en la Cámara de Representantes 66 votos no estarían en discusión la autonomía y el cogobierno que los autores dicen defender (la creación de entes autónomos prevé la necesidad de mayorías especiales). Nuestra postura se encuentra basada en un programa político explícito que la ciudadanía eligió para aplicar en nuestro país, y que en el ámbito educativo se expresa en el compromiso de lograr desarrollar la formación docente de carácter universitario. Así lo impulsamos en el Frente Amplio.
El artículo parece desconocer la estructura y conformación de la Formación Docente, “el Ipa devenido en universidad”, tal expresión despectiva no merece comentarios, recomiendo ir a la nomenclatura del Consejo de Formación en Educación, porque establecer una correlación Ipa-Formación Docente es una caricatura injusta (es el instituto más grande de una red de 32 centros). Pero, no conformes, continúan: “elevar el número de egresados, nec plus ultra del actual gobierno y de todos aquellos sometidos a los imperativos banco mundialistas que convierten un propósito loable en un imperativo crediticio con el que debe cumplirse a costa de lo que sea”. Confieso que luego de leer esta gruesa afirmación esperaba encontrar una carta intención, un convenio, una ley, un decreto, algo que la sustentara pero esa cita no aparece. Los autores parecen razonar en la lógica de otros gobiernos, cuando los aumentos presupuestales estaban sujetos a préstamos internacionales. En los gobiernos del Frente Amplio, la enorme mayoría del presupuesto proviene de fondos presupuestales, no de préstamos internacionales.
La teoría del capital humano sostiene la hipótesis de que el crecimiento económico se potencia con un mayor nivel educativo de la población porque es posible obtener mayores tasas de productividad y por lo tanto de ganancia. Alguien se anima a afirmar que todos los que luchamos por una mejor educación pública lo hacemos con el objetivo oculto de favorecer los intereses del Banco Mundial… es tan absurdo que no merece respuesta. Nuestro objetivo debe ser el de lograr, a toda costa, una mejor educación para nuestra sociedad, y eso tiene un correlato, entre tantos otros elementos, en aumentar la titulación docente, la cual viene creciendo a un ritmo sumamente lento (alrededor de 1 por ciento anual).
Por último, no puedo dejar de sorprenderme ante la idea que Formación Docente no ha sido un espacio de resistencia. Esto es al menos de una injusticia histórica enorme. ¿No fueron parte los institutos de Formación Docente de la resistencia a la dictadura cívico militar? ¿No pagaron con su vida Nibia Sabalsagaray y Julio Castro su defensa de la educación pública desde la formación docente? Pero además de borrar de un plumazo las resistencias de otrora, desconoce las más recientes: la resistencia a la reforma educativa en 1996, las luchas por la mejora en el presupuesto educativo en los dos mil (yo mismo fui parte de ese movimiento por el 4,5 por ciento para la educación), hasta las masivas movilizaciones en contra del decreto de esencialidad y las ocupaciones de los centros de formación docente de todo el país (decreto al cual me opuse en forma pública).
Debemos encarar un debate serio y democrático para fortalecer la educación pública, porque los intereses creados alrededor de la educación como mercancía no se van a detener. Flaco favor le hacemos a la educación pública dando un debate sin explicitar intereses y poniendo argumentos falaces.
- Ferrer y Bolón, “Universidad de la Educación, ¿y la formación?”, en Brecha, 2-II-18, pág 31.
- En ella se hace referencia, en varias ocasiones, al artículo “En Uruguay se necesita una tercera universidad pública” (La Diaria, 4-I-18), que es una reedición del publicado el 30 diciembre de 2017 bajo el título “Uruguay necesita una tercera universidad pública”, de mi autoría.
- En sus resoluciones expresaba la idea de “defender el carácter universitario de la formación docente, entendido éste como extensión, investigación y docencia, un proceso que deberá comenzar por la generación de bases institucionales de autonomía, cogobierno, libertad de cátedra y opinión, y la institución del concurso para todos los cargos que no sean de cogobierno” en “Informe final del Congreso Nacional de Educación Maestra Reyna Reyes”, pág 152 (http://www.mec.gub.uy/innovaportal/file/63856/1/ii_congreso_nacional_de_educacion.pdf).
- www.universidad.edu.uy/renderResource/index/resourceId/1818/siteId/1
- Véase Sabini, 2013, “Hacia la Universidad Nacional de Educación”, en Montevideo Portal (http://columnistas.montevideo.com.uy/uc_61531_1.html).
- http://columnistas.montevideo.com.uy/uc_64608_1.html
- http://columnistas.montevideo.com.uy/uc_300087_1.html
- http://columnistas.montevideo.com.uy/uc_300972_1.html
- Debo reconocer que mi vinculación educativa con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República excede en mucho mi pasaje por el Instituto de Profesores Artigas, lo cual me exime de cualquier acusación de índole corporativa.
- https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2018/1/en-uruguay-se-necesita-una-tercera-universidad-publica/#!
- Miguel Soler Roca, “El Banco Mundial metido a educador”, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Udelar, Revista de la Educación del Pueblo, Montevideo, 1997.