Dos bandas con una propuesta fresca. No suena muy periodístico decirlo así, pero son grupos de una actualidad insoportable. Ambos fueron ya oportunamente reseñados en las páginas de Brecha1 por dos colegas amantes de la música, tan sorprendidos como desconcertados. Que se presenten en un espectáculo juntos es bello como el encuentro fortuito, sobre la costa uruguaya, de un Nintendo 64 y un búfalo del norte, parafraseando la gastada cita de Isidore Ducasse. Es un gesto creativo necesario frente a la cultura de masas de nuestros años: pandémicos, hipermodernos. Cultura por la que estamos todos formateados, sin importar cuántos compositores barrocos seamos capaces de pronunciar.
Animales de Poder presenta su álbum debut, Augura. Es una piedra en bruto, intuitiva, con un encanto hechizante desde el arte de tapa. Con una instrumentación minimalista, la banda genera una propuesta en la que se mezclan influencias folclóricas con creaciones actuales. El trío está formado por Agustina Santomauro en guitarra, Julia Somma en redoblante y bombo legüero, y Eloísa Avoletta en voz y flauta. Logran un sonido íntimo y mántrico, que presenta una forma de experimentar en la que cuanto menos se razona, más se siente, algo muy apreciable por las generaciones nacidas en los noventa. El video en Youtube de Augura merece una visualización exploradora por parte de los lectores interesados.
El caso de Bolsa de Nylon en la Rama de un Árbol es harto curioso. Han tenido una increíble cantidad de presentaciones estos años en el teatro Solís, la sala Hugo Balzo, La Trastienda, la Sala Lazaroff, Casa de Pájaros, Mingus Sala, Terminal Goes, la Sala Camacuá, el Festival Tres Flechas, el Festival MVD Jazz y Kalima, entre otros. Se reinventan en cada material discográfico (excepto por su, a primera vista, poco agradable nombre). A su álbum homónimo de 2019 y al más reciente Humor/Amor, de 2020, se les agrega ahora el EP Canciones, con tres notables temas, entre ellos «Bandera amarilla» junto con Fernando Cabrera y «Cairel» junto con Lola Membrillo. En general instrumental, el grupo, dirigido por Diego Cotelo, hace una música trepidante por el ritmo de cambio que lleva. Es la banda sonora del videojuego estilo pixel art uruguayo que nunca se hizo. Como en mucha cosa reciente, el límite entre el absurdo, la sátira y el homenaje es la bisagra desde la que se vuelve placentero el mundo heredado. Es decir, la cosa es disfrutar jodiendo en serio.
Este 25 de noviembre a las 20.00 en Plaza Mateo «una bolsa de naylon se desprende de la rama de un árbol montevideano y sobrevuela las avenidas que salen de la ciudad hasta enredarse en algún árbol de los médanos de la costa. El sol la desgasta, la arena la golpea, animales matutinos la estiran y juegan con sus fibras que parecen desaparecer en la tensión. El verano es un hecho irrevocable. Los sonidos y silencios cambian y se mezclan, incluso en la persistencia de las estaciones los árboles y la arena suenan cada vez distinto. El 2021 es raro e impredecible».
1. Véanse «Es algo orgánico y florece», Brecha, 30-III-21 y «Áspero y dulce», Brecha, 29-I-21.