Marosa ante la crítica
En 1993 Marosa di Giorgio gozaba de un reconocimiento alto, era ya la autora de culto a la que se alude hoy cada vez que se la nombra, pero eso no la disuadía de iniciar nuevas búsquedas. Fue ese año que publicó Misales, relatos eróticos que marcaron una modulación nueva en su obra.
El talento no alcanzó sin embargo a mitigar el sacrificio que pagó Marosa, la intemperie de tantas noches de soledad que se sospechan detrás de su universo mágico y voluptuoso. Recuerdo que así, en términos de noches arduas, midió Juan Carlos Mondragón el precio que se exige a cambio del aura concedida a la estirpe de los raros. También la espera del artista es ardua. Aquel año acompañé a Marosa a una librería adonde el público había sido convocado por iniciativa de un librero fervor...
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