Aproximadamente a las 15.00 horas del miércoles 11 de mayo el club Huracán de Tambores comenzó a llenarse de gente. En cierto momento conté más de 300 personas. Imagino que los organizadores no esperaban tanta concurrencia, porque la audiencia pública fijada por la Intendencia de Tacuarembó había sido tímidamente publicada en un par de medios de prensa de la capital departamental y pasó casi desapercibida.
El 29 de abril, en Tambores, recibimos un mensaje del periodista Víctor Bacchetta. Nos preguntaba si sabíamos algo de un suelto periodístico del diario tacuaremboense El Avisador –que tiene poca llegada en el pueblo– en el que se hacía la invitación a esta instancia, para hablar de un proyecto llamado Tambor. Pronto supimos que nadie en la villa estaba enterado, salvo las autoridades locales, que se reunieron en la estancia del propietario del campo donde se planifica llevar a cabo el proyecto para ver la presentación de la empresa (eso lo supimos después). El asombro no se debió al llamado público en sí, sino al motivo: en Tambores, un pueblo perdido en las cuchillas, se planea producir hidrógeno verde.
EL GRAN COMBUSTIBLE
En Australia se están concretando emprendimientos con inversiones de más de 8.000 millones de dólares. China se propone liderar la producción mundial. En América del Sur, Chile tendrá el hidrógeno verde más barato, por sus ventajas geográficas. España está construyendo su segunda planta. Escucho al científico Ramón Méndez (doctor en Física con una destacada actuación durante los gobiernos del Frente Amplio por su diseño de políticas energéticas hacia 2030), quien en una entrevista con El Espectador explica que, si bien tenemos hidrógeno «en todos lados», para obtener su molécula libre hay que hacer un procedimiento caro, que rompe por electrólisis la molécula de agua y separa el oxígeno del hidrógeno. Entusiasta, dice que el hidrógeno será una forma de electricidad moderna, porque suplirá los combustibles fósiles, gracias a que es producido con energías renovables. Para obtener volúmenes importantes de hidrógeno se necesita agua y una gran producción de energía renovable, un área en la que Uruguay se encuentra en una posición privilegiada.
Se le conoce como hidrógeno verde porque se extrae del agua, utilizando energía eléctrica generada en parques eólicos o fotovoltaicos, y las posibles fugas no contaminan: son hidrógeno u oxígeno, que ya están presentes en nuestra atmósfera. Según Méndez, si lográramos independizarnos del petróleo, evitaríamos las emanaciones de dióxido de carbono y sus efectos nocivos. La aplicación del hidrógeno verde en la industria de los fertilizantes, en el transporte y en los hogares sería la solución para deshacernos de las energías contaminantes. Se augura que para la década del 30 este recurso será el gran combustible y se asegura que muchos países petroleros están intentando convertirse a esta nueva industria, en la que Uruguay tiene las condiciones para ser protagonista.
TAMBORES
Vivo en Tambores hace dos años. Mi compañera, Ana, es oriunda del lugar. Nos vinimos a vivir al pueblo de su niñez y primera juventud. Ella nació y se crio corriendo por las vías del tren, mirando a los pasajeros en ventanillas fugaces, subiendo a los árboles, chiveando en el descampado con un montón de gurises pobres. En este lugar he conocido el silencio, mezclado con el trino de los pájaros y el silbido de un viento constante que atraviesa la cuchilla de Haedo. A este lugar vine a escribir y pintar, en comunión con lo que la naturaleza me quiera dar diariamente. Vine de la ciudad a este refugio oculto del mundo, un lugar olvidado y empobrecido, luego de que en la década del ochenta el gobierno de Julio María Sanguinetti liquidara la Administración de los Ferrocarriles del Estado (AFE).
Tambores es una villa atravesada por una calle larga que sirve de límite entre Tacuarembó y Paysandú. Acá las viejas casas de latas de aceite de los pobres y las casillas inglesas de los trabajadores ferroviarios fueron sustituidas por casas de ladrillos o bloques, por casas mixturadas con barro y chapas, o por las viviendas del plan MEVIR. Algunos estancieros viven en el pueblo y tienen las mejores viviendas, aunque no hacen alarde. El caserío está rodeado de estancias. Pero la mayor parte de la población es pobre.
Nosotros vivimos en la punta del pueblo, desde donde un camino de tierra y pedruscos se abre hacia Piedra Sola: otro pueblito, más perdido aún, que queda a poco más de 20 quilómetros. Desde aquí veo el amanecer en el horizonte de cerros azulados, al este, cuando temprano les doy una ración diaria de semillas y arroz quebrado a decenas de pájaros que se agolpan casi a mis pies. En el horizonte opuesto, por las tardecitas, vemos el fulgor del atardecer, casi como un rito. Sin dudas, es mejor que la televisión. A esas horas el silencio es bellísimo, el viento te llena los pulmones y parece que los años vividos se alivian cuando cerrás los ojos, parado en medio del descampado.
Hubo una época en la que esta villa tenía dos estaciones de servicio. También tenía una farmacia, un correo y oficinas públicas. El tren traía los pedidos de London París para las familias del pueblo. Los comerciantes se nutrían de mercaderías bajadas de los vagones. Aún quedan los restos del corral de embarque, el puerto seco por donde los hacendados de la zona embarcaban su ganado en enormes trenes de carga para trasladarlo a los frigoríficos del sur. Todo cambió después del golpe asestado a AFE. Los pueblos como Tambores comenzaron a morir cuando perdieron su contacto directo con la capital del país y todo el ramal hacia Rivera, hacia el norte y hacia el litoral oeste.
En los últimos decenios ningún gobernante ha entendido cómo viven estas localidades. Nadie ha intervenido, tampoco, con políticas serias para darles a estos uruguayos un estatus similar al de los ciudadanos del sur. En el papel todos tienen los mismos derechos, pero si uno no puede ejercerlos por la ausencia de posibilidades, el abismo que se abre entre una ciudad como Montevideo y un pueblo como Tambores es tremendo. Por eso, hoy Tambores no tiene estación de servicio ni farmacia, entre tantas otras cosas. La juventud se va yendo y la población se va achicando. Antes eran más de 4 mil, ahora apenas quedan 1.500 pobladores.
TAMBOR
De momento, solo tenemos información básica sobre el proyecto. Se llama Tambor y se dedicará a la producción industrial de hidrógeno verde y derivados, entre los que se cuenta el metanol. Está a cargo de la empresa Belasay SA, con domicilio en Montevideo, más precisamente, en la plaza Cagancha 1145, piso 6. Su responsable legal es Aram Christian Hermann Sander. A los efectos legales, esta empresa fue creada en Uruguay, pero las empresas responsables del desarrollo del proyecto son SEG Ingeniería (Uruguay) y Enertrag (Alemania). Enertrag parece tener una gran experiencia en la industria energética: en Alemania, por ejemplo, cuenta con una planta que produce hidrógeno verde. El proyecto prevé invertir 700 millones de dólares. La idea es producir 13 mil toneladas de hidrógeno verde y 70 mil toneladas de metanol por año. El planteo en el contrato-plan, publicado por el Ministerio de Ambiente, contiene los detalles del proyecto, que se plantea a 30 años.
Tambor ocupará cerca de 4 mil hectáreas. La planta industrial se construirá en un predio de 100 hectáreas y se ubicaría casi enfrente al cementerio de Tambores, a 3 quilómetros de la villa, por la ruta que la une con Piedra Sola. Según explicaron los responsables, se utilizará energía eléctrica de su propia producción y no se utilizarán las redes de UTE. Para ello se instalará un parque eólico que producirá entre 150 y 200 megavatios, con 33 molinos diseminados en la zona. También se planea instalar un parque solar fotovoltaico, que producirá entre 150 y 300 megavatios en un predio de 500 hectáreas. Esta energía alimentará un electrolizador con potencia de 150 megavatios, que permitirá extraer el hidrógeno del agua a través de la electrólisis.
Un punto delicado: según los voceros de la empresa, el agua será extraída del acuífero Guaraní, sobre el cual se harán entre cuatro y seis pozos. Se consumirán entre 500 y 700 metros cúbicos por día. Esta cantidad de agua obtenida del subsuelo sería menor que la que se extrae para algunos parques termales del litoral del país –14 veces menor que la de las Termas de Arapey, según un representante de la firma–. El documento del proyecto incluye recaudos sobre aspectos arqueológicos, ambientales y de fauna y flora. Por ejemplo: el propietario de los predios exige que no se corte ningún árbol, que no se usen herbicidas, que no se afecte a los animales, que se respeten tres cairnes de indios que están en el lugar –así como un cerco de piedras del siglo XIX– y que se conforme un equipo arqueológico para el caso de que aparezcan vestigios de interés.
LA AUDIENCIA
Entre los asistentes a la audiencia pública en Tambores, donde el proyecto se presentó en sociedad, había representantes políticos de Tacuarembó y Paysandú, integrantes de la Universidad de la República (Udelar), organizaciones de la sociedad civil, el propietario del campo donde se planea instalar la planta y algunos pobladores de la villa y las zonas cercanas, como Valle Edén y Piedra Sola. Comenzó hablando el intendente de Tacuarembó, Wilson Ezquerra, y luego siguió la directora de Ordenamiento Territorial, Silvia Silveira. Por la parte empresarial expusieron Annie Hareau, de AHB Consultora, y Martín Piedra Cueva y Fernando Schaich, quienes hablaron de los aspectos legales del proyecto e informaron de algunas cuestiones generales.
Una vez culminada la presentación se abrió un espacio para que los pobladores locales y los demás asistentes plantearan sus preocupaciones e interrogantes. Estos cuestionaron varios aspectos: el consumo de agua del acuífero, la producción de metanol, el impacto socio-territorial en la vida del pueblo. Consideran contradictorio que se tenga un discurso tan afín a la no contaminación cuando se produciría metanol (cuyo consumo produce emanaciones de dióxido de carbono). Se aclaró, entonces, que el metanol también sería verde, ya que su producción se llevaría a cabo con energía renovable y desechos orgánicos de otros procesos industriales (¿forestación?).
Los concurrentes también cuestionaron el procedimiento del recurso de la audiencia pública. De acuerdo con lo previsto en la ley 18.308, de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, la propuesta de cambio de los padrones se debió presentar antes al órgano legislativo departamental. Estas dudas sobre el procedimiento fueron contestadas por el abogado Pablo Ligrone, uno de los redactores de la ley. Según evaluó, ciertas directrices departamentales de 2016 permiten que la audiencia pública se haga antes que la consideración en la junta departamental. Plantearon, además, la necesidad de que un agente externo, y no la propia empresa, estudie el impacto ambiental. Se sugirió que intervenga la Udelar. Las explicaciones fueron escuetas. Hubo momentos de tensión. Cuando algunos vecinos hablaron en contra de la instalación de la planta o cuestionaron que se consuma agua del acuífero Guaraní, fueron aplaudidos por buena parte de los concurrentes. En la audiencia quedó claro que, luego de que la junta departamental considere la recategorización de los padrones –en caso de que lo apruebe–, se hará otra audiencia pública para que la gente de Tambores reconsidere el proyecto final.
Sobre los tiempos de construcción de la planta, Martín Piedra Cueva, uno de los ingenieros representantes del emprendimiento, dijo que por algo le llaman de prefactibilidad: no depende de ellos, sino de la Junta Departamental de Tacuarembó y de la opinión de los vecinos de Tambores en una segunda audiencia, definitiva. Además, resta definir otros aspectos, como los permisos, los contratos posteriores, los acuerdos empresariales y las licitaciones internacionales. Piedra Cueva también dijo que algunos países podrían querer hidrógeno gris o negro (llamado así porque se obtiene de la energía fósil y es más barato), aunque los países como Alemania prefieren un producto cuyo proceso no haya contribuido a la contaminación ambiental. En ese sentido, Uruguay podría competir con otros países, como Chile. Una vez superados todos esos requisitos legales, empresariales y de oferta del producto en el mercado internacional, se sabrá a qué atenerse.
La gente de Tambores quizás se sienta superada por las cifras del Tambor. Dicen que en la construcción de la planta trabajarán 1.900 personas y que habrá 2 mil puestos de trabajo en actividades anexas. También estiman que unas 300 personas trabajarán en forma permanente cuando la planta esté en plena producción. No imagino una población de 1.500 habitantes, acostumbrada a la mansedumbre de las horas, conviviendo con 2 mil personas extrañas, sobre todo teniendo en cuenta que se preocupan apenas ven llegar al pueblo a alguien que no conocen. El proyecto tendrá un impacto social, un impacto en el ritmo de vida y las costumbres, en el comercio y las necesidades. Pero quizás los pobladores se beneficien con el arreglo de las rutas, con una nueva farmacia y una nueva estación de servicio, y con las actividades culturales. El progreso es una sustancia híbrida.