Hay una historia personal detrás de la novela que dio origen a El difícil arte de amar (1986), del libreto de Cuando Harry conoció a Sally (1989) y de la manufactura completa de Sintonía de amor (1993). Esa historia está intransferiblemente vinculada a la vida (y obra) de Nora Ephron. Burguesa, judía, inquieta, irreverente, intelectual, californiana de crianza y neoyorquina por opción, periodista por vocación, guionista por naturaleza y directora como derivación inevitable, poseedora de un sentido del humor un poco lacerante y otro poco amable, según conviniera a la ocasión, Ephron se convirtió, a lo largo de los años y sin, casi, quererlo, en la representante más conspicua de una corriente de pensamiento (y de acción) que modificó, aunque sea superficialmente, el estatus de la mujer en el...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate