«Los primeros 100 días del segundo mandato del presidente Donald Trump han causado más daño a la democracia estadounidense que cualquier otra cosa desde el fin de la Reconstrucción. Trump intenta crear una presidencia sin las restricciones del Congreso ni de los tribunales, en la que él y sus designados puedan anular la ley escrita cuando quieran. Es precisamente el enfoque autocrático que los fundadores de esta nación buscaron evitar al redactar la Constitución», destaca el editorial de The New York Times del 1 de mayo.
El texto, acordado por la dirección de uno de los principales medios del mundo y titulado «Lucha como si nuestra democracia dependiera de ello», llama a la población a movilizarse de modo sereno y legal para acotar el poder de Trump. De hecho, eso es lo que viene sucediendo desde hace varias semanas. Muchas tardes, y en particular el 30 de abril, previo al día de los trabajadores (que en Estados Unidos no se celebra), pequeños grupos de activistas presuntamente demócratas e independientes se congregaron en cruces de caminos o en plazas en los más remotos sitios, con pancartas contra el presidente.
Algunos analistas prevén que en las próximas semanas se agudizarán los problemas de una economía que ya está en recesión. Mientras, el canal CNN informa que «los jefes de los gigantes minoristas Walmart, Target y Home Depot advirtieron al presidente que los estantes de las tiendas en todo Estados Unidos pronto podrían estar vacíos». Al parecer, Trump habría suspendido aranceles a algunos productos por la presión de las grandes tiendas, pero en su conjunto la política gubernamental suena errática y caprichosa.
Si las cosas están funcionando como sugiere CNN, parece evidente que el margen de maniobra de la Casa Blanca tiende a estrecharse. Un desabastecimiento, aunque sea parcial, tendría consecuencias tremendas sobre un gobierno que ya viene en caída en las encuestas.
DECADENCIA RELATIVA Y GUERRA COMERCIAL
Como consecuencia de las trabas impuestas a China desde la primera presidencia de Trump, el Dragón comenzó a dirigirse a nuevos mercados en Asia, África y Latinoamérica a través de su Iniciativa de la Franja y la Ruta. El mayor mercado de exportación de China es ahora el sudeste asiático y ya no depende de la soja estadounidense porque cultiva cada vez más y compra la mayor parte del resto a Brasil.
Quienes analizan la decadencia de Estados Unidos y el hecho de que ya vivimos en un mundo multilateral recuerdan que China y Estados Unidos juntos representan apenas el 34 por ciento de la economía mundial, mientras que en 1945 solo el segundo representaba el
45 por ciento del PBI global.
Los autores del artículo «La decadencia de Estados Unidos»
(Consortiumnews, 30-IV-25) mencionan un trabajo del historiador Paul Kennedy publicado en 1987:«Un dilema común para los anteriores países “número uno” ha sido que, si bien su relativa fortaleza económica está menguando, los crecientes desafíos externos a su posición los han obligado a asignar cada vez más recursos al sector militar, lo que a su vez limita la inversión productiva». Y agregan: «Desde 1987, contra toda la evidencia histórica, siete presidentes estadounidenses, demócratas y republicanos, han suscrito ciegamente la noción simplista difundida por los neoconservadores de que Estados Unidos puede detener o revertir las mareas de la historia económica mediante la amenaza y el uso de la fuerza militar».
En los hechos, China está ahora rodeada por 100 mil efectivos militares estadounidenses en Japón, Corea del Sur y Guam (además de
73 mil en Hawái y 415 mil en la costa oeste de Estados Unidos) «y suficientes armas nucleares y convencionales para destruirla completamente, y al resto de nosotros junto con ella».
LA MIRADA DESDE PEKÍN
China considera que Estados Unidos está sumido en una profunda crisis de opioides, similar a la que contribuyó a la caída de la dinastía Qing hace 200 años (Asia Times, 1-V-25). El oficialista Diario del Pueblo informó el 28 de abril que, con el 5 por ciento de la población mundial, Estados Unidos consume el 80 por ciento de todos los opioides del mundo. «Hace unos 200 años, la corte imperial restringió las importaciones de opio. Aun así, los comerciantes británicos argumentaban que era el único producto que los chinos estaban dispuestos a comprar del extranjero. Los británicos, en 1840, y posteriormente una alianza de potencias occidentales, en 1856, libraron dos guerras para liberalizar el comercio del opio en China.» Por esta razón, los chinos culpan a la adicción al opio de la decadencia nacional que arruinó al país, «mientras que los extranjeros restaron importancia al asunto, argumentando que el problema era el consumo del pueblo chino».
La prensa de Hong Kong sostiene que ahora se estaría viviendo «una crisis del opio revertida», ya que las autoridades estadounidenses culpan a China de ignorar el tráfico de componentes del fentanilo, mientras los chinos argumentan que la adicción estadounidense a los opioides es el verdadero problema, afirmando que «culpar a China no lo resolverá. Hace dos siglos, estas tensiones desembocaron en una guerra. ¿Habrá ahora una nueva guerra del opio?».
Para ilustrar sobre la gravedad de la crisis de los opioides debe decirse que en 2023 murieron 114 mil personas por sobredosis de drogas en Estados Unidos, y 87 mil el año pasado. En comparación, en la guerra de Vietnam Estados Unidos perdió en combate 58 mil soldados en diez años, y en toda la Segunda Guerra Mundial alrededor de 400 mil de un total de más de 50 millones de muertos.
La Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) es actualmente el método preferido por los economistas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para medir el PBI de cada nación. Se trata de comparar el PBI ajustado por los precios de los bienes y servicios en cada país. Medida en términos de PPA, China superó a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en 2016. Hoy la economía china sería al menos 25 por ciento mayor que la de Estados Unidos. Lo interesante es que China representa casi el 20 por ciento del PBI global, Estados Unidos y la Unión Europea, el 14 por ciento cada uno, mientras que India, Rusia, Brasil, Japón y el resto del mundo abarcan el 51 por ciento restante.
En mayo, el Banco Mundial concluyó una de sus evaluaciones periódicas del Programa de Comparación Internacional, la encuesta de precios que determina «oficialmente» el PBI en paridad de poder adquisitivo. Según The Economist, investigadores del Banco Mundial visitaron 16 mil tiendas solo en China para recopilar datos de precios. «La conclusión es que el PBI de China estaba infravalorado en 1,4 billones de dólares, lo que elevó el PBI de China al 125 por ciento del de Estados Unidos» (Asia Times, 17-VI-24).
Asia Times se niega a creer que el PBI chino sea apenas un 25 por ciento superior al de Estados Unidos. «¡Vamos!… ¿A quién engañamos? El año pasado, China generó el doble de electricidad que Estados Unidos, produjo 12,6 veces más acero y 22 veces más cemento. Los astilleros chinos representaron más del 50 por ciento de la producción mundial, mientras que la estadounidense fue insignificante. En 2023, China produjo 30,2 millones de vehículos, casi tres veces más que los 10,6 millones fabricados en Estados Unidos.» En opinión de Asia Times, no se trata de que el Banco Mundial haya hecho un mal trabajo. «Es que creemos que el Banco Nacional de Estadísticas (BNE) de China, contrariamente a la opinión popular, ha estado subestimando el PBI durante décadas y que el Banco Mundial debe ajustarse a los datos publicados por el BNE. Esto fue políticamente importante hace décadas para las concesiones de la OMC [Organización Mundial del Comercio] y es políticamente importante hoy para mantener su estatus de economía en desarrollo mientras China aspira a liderar el Sur global».
Las autoridades chinas rechazan tajantemente los modos como se cuantifica el PBI en muchos países de Occidente. Reino Unido, por ejemplo, incluye las drogas, los robos y la prostitución en su PBI, mientras otros suman los honorarios y las actividades de mercados ilegales. Los chinos, por el contrario, «consideran los servicios como costos necesarios de la producción material, pero no como parte de la creación de valor real». Pese a las presiones del Banco Mundial, China se sigue resistiendo a inflar ciertos servicios que en Occidente ocupan un lugar destacado en la cuantificación del PBI. «La crisis de accesibilidad en las economías occidentales, en particular en Estados Unidos, se debe en gran medida a la inflación de los servicios básicos (alquiler, atención médica, educación y cuidado infantil), no a la de los productos manufacturados. Si bien estos costos también han aumentado en China, su aumento ha sido menor y, de todos modos, muchos quedan fuera del PBI», concluye Asia Times.