La vida de un cineasta en este país, a menos que se dedique también a la publicidad, no es asunto fácil. Si además dentro del cine lo escogido es la animación, las cosas se complican más aun. Con más de cuarenta años de una carrera empecinada, formado en el autodidactismo más estricto pero aprendiendo cada día, con una cantidad impresionante de premios en su haber, Walter Tournier no oculta su desaliento ante el duradero desinterés de los gobernantes frente al cine nacional. Alto el juego es un corto estremecedor, donde se expone la indefensión de los niños en las guerras, que en términos expresivos señala una decantación y potenciación de los elementos que siempre manejó Tournier. Una realización que bien merece ser vista en todo el país, incluyendo a los niños. Pero nadie parece preocup...
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