—¿Cuántos niños y jóvenes con derechos vulnerados atienden?
—Empezamos con 20 y hoy andaremos en 2.500. No dan los recursos, ni las fuerzas, para seguir incorporando.
—¿La sede está en Buenos Aires?
—Tenemos una pequeña oficina para movernos, en Colegiales; el trabajo lo hacemos en hogares, cuyo mantenimiento asumimos. Mi sueño era tener un lugar propio donde los pibes durmieran, desayunaran, fueran al colegio y volvieran a hacer talleres, pero fue inviable. Optamos por esta otra modalidad de casa itinerante y abierta, que nos permite estar en distintas zonas de Buenos Aires y también en el interior.
—Poseen cuatro programas de trabajo y formación en educación por el arte, editaron dos discos con canciones de cuna escritas por los niños y musicalizadas por encumbrados músicos internacional...
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