Desde que el 25 de junio de 2023 el binomio presidencial del Movimiento Semilla pasó a la segunda vuelta electoral, diversas acciones de los enemigos de la democracia en Guatemala se hicieron evidentes. Tenían ya bastante con que hubiese ganado 23 diputaciones, convirtiéndose en la tercera fuerza del Congreso solo por detrás del partido oficial (Vamos) y de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Para los sectores más conservadores del país, que Bernardo Arévalo y Karin Herrera lograran pasar a segunda vuelta resultaba peligroso para sus intereses porque Semilla, con Arévalo como jefe de bancada del partido en el Legislativo, había demostrado dar una lucha frontal contra la corrupción desde 2020. Estos grupos de poder nunca se imaginaron el escenario resultante de las elecciones en primera vuelta. Sin duda, sabían que Sandra Torres, la candidata de la UNE, pasaría a segunda vuelta, pero pensaban que al igual que en 2015 y 2019 la derrotarían, ya que nunca ha sido una opción para ellos. De ahí que Torres optara por utilizar una estrategia discursiva afín al conservadurismo, con el objetivo de ganarse la supuesta confianza de los grupos de poder dominantes y de los sectores aliados de estos, creyendo que así llegaría a la presidencia.
Pero no resultó. La decidida lucha contra la corrupción de Semilla pudo más para la voluntad del electorado, que confió en una candidatura distinta a lo que tradicionalmente ha planteado el sistema dominante. Si bien es cierto que la dupla Arévalo-Herrera quedó en el segundo lugar, la mayoría de las circunstancias hacían considerar que era altamente probable que ganaran la segunda vuelta, lo cual se hizo realidad. Torres no estuvo a la altura de la contienda, cometiendo errores garrafales desde su ambición desmedida por alcanzar el triunfo y demostrando cada día de campaña que era parte de las estructuras corruptas del país. Se prestó para descalificar al Movimiento Semilla a través de mentiras, todo lo cual fue causando un mayor rechazo en la población, que se inclinaba entonces con más fuerza al apoyo para Arévalo.
Torres ha demostrado que es capaz de adoptar lo que el poder quiere escuchar, todo para conseguir ser la presidenta de Guatemala, por ello fue que en la campaña para la segunda vuelta formó parte del aparato que se ensañó con Semilla. Lo primero que se montó fue la narrativa del fraude, al acusar a Semilla de haberlo gestado con la complicidad del gobierno de Estados Unidos. Desde su concepción la idea era absurda y, por supuesto, imposible de demostrar, ya que nunca existió este fraude.
Desde el Ministerio Público (MP) se inició una persecución salvaje contra Semilla y contra el Tribunal Supremo Electoral (TSE). El MP siguió insistiendo en el supuesto fraude hasta que la mentira terminó por destruirse sola. Mientras tanto, organizaciones de extrema derecha dirigían una maniobra de desprestigio a Semilla en las redes sociales, pero se quedaron poco a poco sin argumentos.
Tanto Consuelo Porras, jefa del MP, como Rafael Curruchiche, el fiscal que dirige la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI), son de los principales autores y operadores de toda esta cacería. Antes del 12 de julio, fecha en que el TSE tenía previsto oficializar los resultados de la primera vuelta, el MP, con la complicidad del Juzgado Séptimo, que preside el juez Fredy Orellana, intentó que se cancelara a Semilla aduciendo que había irregularidades en varias de las firmas recogidas para fundar el partido años atrás. El objetivo era que al cancelarlo no pudiera participar en la segunda vuelta. Pero la Corte de Constitucionalidad (CC) amparó a Semilla, y dejó así sin efecto el plan.
Intentaron que la segunda vuelta no se llevara a cabo, pero los amparos de la CC, la movilización social popular y la presión de la comunidad internacional evitaron que tal cosa sucediera. En medio del asedio, Semilla ganó la segunda vuelta de forma incontestable con el 61 por ciento de los votos.
A pesar de ello, el MP y la FECI abrieron el caso «Corrupción Semilla» y han continuado en sus atroces intentos por cancelar al partido. El lunes 28 de agosto, el registrador de ciudadanos del TSE emitió la suspensión provisional del Movimiento Semilla a partir de la orden del juez Orellana, pero ese mismo día, casi de manera paralela, el pleno de magistrados del TSE oficializaba los resultados de la segunda vuelta, limitando así la suspensión pretendida por los enemigos de la democracia en Guatemala.
Según la ley no se puede suspender a un partido dentro de un proceso eleccionario ni se puede dejar sin efecto el resultado de una elección en tanto el TSE lo haya oficializado. Esa maniobra del MP debe nombrarse como se debe: golpe de Estado técnico, es decir por lawfare.
La semana pasada salió a la luz un plan para atentar contra la vida de Bernardo Arévalo y de Karin Herrera, lo que demuestra que los enemigos de la democracia están dispuestos a todo. En este momento, arrecian las persecuciones contra fiscales y juristas que trabajaron activamente con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala y que demostraron cómo opera el pacto de corruptos. Con estas acciones, los aparatos contrainsurgentes que aún tienen poder en el Estado tratan de causar zozobra y pretenden decir que poseen mucha fuerza, como una amenaza al futuro gobierno de Semilla. A pesar de que un partido político no puede ser suspendido como si se tratase de una asociación menor, la desesperación de los enemigos de la democracia en Guatemala, tanto operadores estatales corruptos como muchos miembros de la clase dominante y estratos medios neofascistas, sin dudas seguirá provocando más ataques contra Semilla.
Pareciera que Porras, Curruchiche y Orellana se están quedando aislados por lo absurdo de sus acciones, ya que ellos son lúmpenes que. así como pueden ser útiles para la clase dominante, también pueden, ser desechados en cualquier momento, cuando las élites económicas no quieren que su complicidad con ellos quede en evidencia.
La comunidad internacional ha manifestado de diferentes formas su repudio a estas acciones espurias de los sectores corruptos, lo cual ha sido decisivo para que la clase dominante prefiera no enfrentarse a problemas que puedan agravar la situación económica de Guatemala por haber sanciones internacionales y disminución de la inversión extranjera; no tienen otra opción que aceptar que Arévalo será presidente de Guatemala. Pero no podemos confiarnos. Los enemigos de la democracia no descansan, seguirán conspirando. Y debemos seguir luchando contra ellos.